Diario de lo Difícil 3
“Mi forma de bromear es decir la verdad. Es la broma más divertida del mundo”. George Bernard Shaw
Jueves, treinta y uno de julio de dos mil veinticinco
Ayer escribí seriamente sobre la vejez, otros días también.
Hoy pensaba seguir dándome la “matraca” con el dichoso asunto, pero, después de despertarme a destiempo (casi antes de las seis de la mañana), decidí que no caminaría (mi puñetera manía de todos los días, menos mal que tengo audible).
En algún momento me he sobredeterminado a hacerlo, casi religiosamente; aunque no sé de qué parte de mi inconsciente me viene tanta disciplina prusiana. Debe ser cosa sencilla, por no decir simple: necesitamos fijarnos a determinados valores, cuestiones físicas (salud), o disciplinas rutinarias. No sé muy bien dónde quiero ir a parar…
El caso es que hoy he decidido cambiarme el paso, que para ser jueves no está nada mal.
Limpiaré un poco la casa (espero la visita de Rocío). Me disciplino seriamente para hacer algo que nunca me apetece. Ella es menos seria que yo (aunque sí responsable), y eso la sienta bien.
Bueno, a lo que iba, a las siete estaba frente a la pantalla y el teclado dispuesto a escribir, pero, oh desastre, como pretendo desprenderme del estricto sentido de mi supuesta realidad (aunque solo sea un poquito), me encuentro que no se me ocurre nada de nada. Ya lo dijo Peter Handke, en El peso del Mundo (o de la realidad): “Realidad» un calificativo para honrar lo que impide vivir”. Todo lo que escribió en ese maravilloso libro, a los treinta y tres años, fue lúcido y genial. Escritor importantísimo que recibió el premio Franz Kafka a los 67 años y el Nóbel diez años más tarde. Qué sería de mí y el mundo sin escritores como él y sin el arte, oxígeno para nuestro corazón a todas horas. Lo repito constantemente, ¡¡¡es tan importante…!!!
Autodiagnóstico problemático: Carezco del sentido del humor necesario para que mi vida sea vivible y autónoma. Dramático.
Esa es mi condena y es más grave que ser viejo. Mucho más. Cualquiera, tenga la edad que tenga, si posee sentido del humor está salvado. El humor y la risa (no es lo mismo, o sí), son redentoras.
¿Qué tipo de humor? Me contesto: nada de condicionantes o prejuicios, simplemente humor porque da igual el que sea, el caso es tenerlo porque así se estará provisto de lo necesario para la subsistencia frente a cataclismos nucleares o terremotos existenciales, especialmente el mal humor y la auto disciplinada seriedad.
“Estamos sobredeterminados, pero todavía tenemos un margen de libertad para enfrentarnos a los efectos restrictivos de esa sobredeterminación. Es en ese estrecho margen entre sobredeterminación y libertad donde podemos arriesgarnos a crear nuestra subjetividad”. Lola López Mondéjar
Una de las posibles claves para conseguir el difícil sentido del humor: “Si la filosofía tiene algún valor es la de enseñar al hombre a reírse de sí mismo”, que dijo, Lin Yutang. Yo lo intento por esa vía: leo filosofía, pero no me cunde. Mi sobredeterminación es tan grande que no hay modo; y no sé cómo pasarme a la indeterminación (aunque sea en días alternos, como hoy, espero), a las cosas del azar, como un estilo inútil, pero útil para el mejor vivir. Peter Handke, otra vez: “Puesto que soy indeterminado, puedo perseguirme pensando”.
La Fotografía: Fotograma de la película: De repente, el paraíso, de Elia Suleiman (2019), en la que hay un desbordante sentido del humor (en la foto el guionista, director y protagonista) haciendo gala de ese atributo, que hasta el pajarito practica.