4 AGOSTO 2025

© 2025 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2025
Localizacion
Canciones del segundo piso, Roy Andersson (2000)
Soporte de imagen
-DIGITAL 12.800
Fecha de diario
2025-08-04
Referencia
10970

Diario de un Hombre Resignado 6
“Mi vida es fútil por completo y por completo triste”. Fernando Pessoa
Domingo, tres de agosto de dos mil veinticinco

Justo será que me refiera al día después del desastre: ayer, sábado.
Me costó levantarme, pero cumplí con mi compromiso de recoger a Mi Charlie, a las ocho de la mañana.
Paseé con mi perrito para que hiciera sus necesidades. Cada día me cuesta más mantener las exigencias que requiere tener una mascota, pero eso ya lo dije hace unos días.
La sombra de la tristeza también vino conmigo.
Caminé acompañado por una novela thriller de John Verdon: Sé lo que estás pensando, que ya dije que leería, pero que, dado mi estado de ánimo decidí adelantar, abandonando momentáneamente una Breve historia de la filosofía, de Humberto Giannini, que a pesar de su sencillez es lectura más exigente, porque no me creo, a pesar de Lin Yutang, que la filosofía propicie una mirada risueña sobre uno mismo.
Volvimos. El paseo no tuvo nada de placentero. Solo fue una obligación. Antes de volver a casa, me pasé por el Súper de proximidad, se me habían acabado los tomates y los postres para las noches. No había viejos olvidadizos, solo viejos a secas, y yo con ellos, completando la foto.
Después, medio me tumbé a escribir la entrada de ayer, domingo (el relato infeliz del viernes).
Llamé a Armando y tuvimos una larga conversación, como siempre hacemos. Menos mal que él no deja de prestarme atención y cuidarme.
Comimos. Descanso y por la tarde al estudio a revelar unas fotos para el diario. Me llamó Gabriel, y también hablamos largo. Él también me cuida. Y todos en la distancia.
Anocheciendo terminé de ver una espantosa película, Muy lejos, de un tal Gerard Oms (que no conocía), con Mario Casas en plan de icono popular y émulo de hermanos mayores como Bardem, entre otros, por ejemplo. Casas no sale de plano en toda la película. La crítica la ha celebrado unánimemente hasta el paroxismo; pero a mí me aburrió soberanamente porque ni siquiera me entretiene el hiperrealismo naturalista y entomológico aplicado a seres humanos de este tipo de películas de tinte sociológico popular.
A los personajes protagonistas hay que acompañarlos hasta el retrete; y de ahí al bar; y de ahí a la discoteca; y de ahí a jugar al futbito; y de ahí a explorar pulsiones homosexuales reprimidas (no podía faltar el detalle alternativo); y de ahí a no sé cuántas chorradas más y todo aderezado con acciones bizarras y diálogos elementales que atendían únicamente a vivencias de subsistencia, sin matices, pero eso sí muy “auténticos y naturales”.  Y, para intentar dar unos visos existenciales críticos y un cierta complejidad del alma del protagonista, del que hay que soportar su «careto»  en primer plano toda la jodida película, se le muestra en actitud silenciosa y honda reflexión y todo el mundo pica, incluidos los críticos listos, que, cultos y sensibles como son, si  la temática tiene ciertos ingredientes como: marginación, inmigración y hasta racismo (en este caso de los holandeses, en el corazón del puro racismo centroeuropeo), o su vertiente sociológica con presuntos culpables como el capitalismo; pues nada, todos a aplaudir la buena onda del exquisito progresismo, ponen velas y rezan a un talento poco visible en este caso.
Para mí, desde luego, todo este amaño no funcionó en absoluto, pero debió de ser porque soy un tipo profundamente desorientado y socialmente insensible.
Todas estas disquisiciones políticamente incorrectas las vivo y debato conmigo mismo en la profundidad de mi patio de clausura, cayendo las sombras sobre mí.
El día terminó, no sin antes empezar a revisitar algunas de las películas que siguen vivas en la parrilla de Filmin, como Canciones del segundo piso (2000), de Roy Andersson. Seguiré con dos películas más que completan La trilogía de la vida (esta es la primera).
La Fotografía: Fotograma de la película mencionada, en la que un personaje, como salido de un sueño alucinado, sin duda de poderosas connotaciones surrealistas (Andersson, para mí, junto con Buñuel, son los mayores surrealistas de la historia del cine). Como se puede ver por el subtítulo, el hombre todo lo fía al destino. Interesante y dudosa opción, sobre todo porque los designios del destino son inescrutables.

Pepe Fuentes ·