17 AGOSTO 2025

© 2025 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2025
Localizacion
Museo Thyssen-Espacio La Colección
Soporte de imagen
-DIGITAL 12.800
Fecha de diario
2025-08-17
Referencia
11000

MONÓLOGOS SOBRE ARTE 33.1
Terrafilia, un término que combina Terra (Tierra) con filia (amor y amistad). Amar la Tierra implica comprometerse con los animales, las plantas, las formaciones geológicas y las criaturas sobrenaturales, así como replantear el lugar de la humanidad dentro de la compleja y enmarañada red de la vida…”. Daniela Zyman, Comisaria. Museo Thyssen, Madrid.
Sábado, dieciséis de agosto de dos mil veinticinco

Ayer estuve en Madrid de museos y fundaciones: Thyssen y Fundación Mapfre. Magnífico todo lo que vi (algunas cosas menos). Fue una maravillosa mañana en la que, no obstante, y en lo que se refiere a mi cuerpo frágil, durísima por el sofocante calor desde que salí de mi casa (9 h.); y volví (16:30).
Ninguna observación digna de mención en cuanto al viaje en tren y el paseo desde Atocha hasta el Museo.
No sabía lo que vería a priori y exactamente, solo a grandes rasgos: últimamente voy muy por detrás de lo poco que hago y del tiempo cronológico de mi vida; cuando me quiero dar cuenta de lo que me sucede ya ha pasado y apenas si me he enterado de cómo ha sido, pero es que no me da tiempo…
Creía que la exposición principal sería la de una enigmática y singularísima artista llamada Anna Weyant, es más, fui para ver la obra de esa mujer que tanto me había llamado la atención en algunas de las reproducciones vistas en la página del Museo. Luego, pensé que residualmente también vería las otras dos temporales: la de Ayako Rokkaku (desconocida para mí) y los collages de Isabel Coixet, y sí, así resultaron, ambas las miré con escaso interés y apenas si las vi.
Desde el museo me acerqué a la Fundación Mapfre y me encantó lo que vi allí, pero no sé cuándo tocará escribir sobre ello.
Hoy no porque voy fatal de tiempo y además estoy aplastado, reducido a despojo humano como consecuencia del calor y mi escasa capacidad operativa en días así. Me siento atolondrado.
Por si fuera poco el lío, me han escrito dos mujeres de las de la página de contactos de no contactar, y como nunca me escriben, el que lo hagan dos en el mismo día me ha desbaratado mi precario equilibrio que, como vengo diciendo, ya solo me sostiene en el profundo silencio de mi casa. No sé qué querrán de mí. Deben estar profundamente desorientadas porque han elegido mal: yo poco puedo ofrecer a nadie y menos a mujeres.
Ayer, inesperadamente, hubo una mujer joven más, desconocida (nada que ver con asuntos amorosos); se trataba de una profesora de comunicación audiovisual de la Complutense que está realizando una investigación sobre la desaparecida galería Redor-Canon, de Madrid, donde expuse en septiembre de 1979. Quería algo de información o recortes de prensa donde apareciera mi exposición. Por lógica deferencia me apresuré a enviarle lo que tenía que era escaso, porque mi exposición fue cosa de poco. Pero bueno, me gustó hacerlo. Me lo ha agradecido hoy,  y yo a ella.
Me estoy dando cuenta de que pasé del más puro ostracismo (jueves); a una frenética actividad (viernes); que ha traído como consecuencia que, hoy sábado, esté desbordado por falta de entrenamiento.
En el viaje de vuelta, en el tren, vi a una mujer jovencísima, de las de enamoramiento súbito porque era el tipo de mujer soñada: alta, delgada, bellísima, de mirada penetrante y estilo silencioso y enigmático… Acompañada por su novio o pareja, que era igual que ella, pero en hombre (no lo describiré porque eran idénticos). Como mucho, ambos, tendrían veinticinco años. Iban sentados al otro lado del pasillo y curiosamente, a ella  la sorprendí dos veces mirándome de reojo con interés (debía ser entomóloga) y yo un viejo escarabajo, claro. Además, atenta y amabilísima: cuando el tren paró se apresuró a bajar del maletero elevado las pequeñas maletas de un matrimonio japonés mayor ¡qué chica tan especial!
Claro, hoy con este lío de cosas diferentes, no estoy en condiciones de hablar de algo tan filosófica y artísticamente complejo como la exposición de Terrafilia. Veré si mañana puedo con el compromiso. Si no, lo haré otro día. Este diario es cosa de ir despacio…
La Fotografía: Nada de lo que he contado me habría sucedido si me hubiera quedado en mi casa y, por supuesto, resultó infinitamente mejor que sucediera. Después de ver las temporales, siempre que voy al Thyssen, me gusta subir a la planta superior a pasear lentamente, con las manos en los bolsillos en plan flâneur, por entre las obras de la colección estable. Suelo emplear casi una hora en ese paseo que siempre disfruto, parándome en las que me van llamando la atención a pesar de que ya las he visto, pero el arte no me cansa, salvo que no me guste. Y fotografío cuando alguna composición que me ofrece el azar me llama la atención como la de hoy.

Pepe Fuentes ·