24 AGOSTO 2025

© 2025 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2025
Localizacion
MUSEO THYSSEN, Exposición: Ayako Rokkaku
Soporte de imagen
-DIGITAL 12.800
Fecha de diario
2025-08-24
Referencia
11012

MONÓLOGOS SOBRE ARTE 33.8
“El arte debe conmover, poner los sentimientos en movimiento, buscar la emoción”. Fernando Botero
Viernes, veintidós de agosto de dos mil veinticinco

Terminé mi visita al Thyssen, subiendo a la planta primera a darme una vuelta por las dos exposiciones temporales que me quedaban: Ayako Rokkaku: “Para los momentos en que te sientes paraíso”. Ya de por sí el título no me aludía porque estoy condenado a no pisarlo; ni siquiera he sido expulsado como les pasa a algunos malditos, porque nunca he estado en él.
“La práctica de Rokkaku es improvisada, espontánea: casi siempre comienza sin un boceto preciso y, aunque tenga una idea inicial, muchas veces se transforma durante el proceso pictórico. Su enorme interés por el proceso la ha llevado también a cultivar la performance pictórica, la ejecución del cuadro ante el público, en la que la artista se entrega al acto de pintar con una concentración que irradia serenidad. La pintura en vivo, ceñida a un tiempo muy limitado, plasma mejor que ninguna el valor del instante presente, de ese momento en que nos sentimos Paraíso” (información del museo). Muy bien, pero su formato y estilo esencialmente abstracto, a mí me dejó tan frío como un témpano, aunque el concepto fuera pretendidamente afectuoso. En una sala de regulares proporciones y tamaño medio se alineaban obras de apariencia exactamente iguales (réplicas de réplicas, y así infinitamente): colores vivos con formas abigarradas y pequeñas caras infantiles y supuestamente simpáticas asomándose al tupido entramado de formas informes, eso sí, cromáticamente saturadas. El arte abstracto cada día me dice menos, entre otras razones, una esencial: me parece mortalmente aburrido por repetitivo y mudo. Y nada emocional, como mucho, racional, aunque impotente, pretencioso y solipsista.
La exposición “paradisiaca” de Rakaku, consistía en una sucesión de lienzos indistinguibles unos de otros, que hicieron que entrara y saliera de las salas sin apenas observarlos de cerca para establecer las inapreciables y nimias diferencias. Para esos juegos de exhaustiva diferenciación ya no tengo tiempo. Ni una sola de esas obras dijo nada singular a mis sentidos porque creo que están cerradas sobre sí mismas. No había comunicación posible entre los paraísos de Rokkaku y alguien como yo, que ni siquiera soy capaz de imaginar cómo podría ser un paraíso (tediosos todos).
Tampoco la exposición de Isabel Coixet y sus Collages despertaron mi curiosidad. Son escritura con recortes de las más diversas procedencias que luego se pegan a partir de un determinado relato, y ya está. Isabel, es una muy buena e interesante escritora, guionista y directora de cine. La prefiero en esas facetas creativas. Los Collages me sobraron. Siempre me han parecido artificiosos y generalmente feos…
La Fotografía: Por más que leyera con interés el relato del proceso creativo de la artista japonesa, por si mi obcecada desorientación artística impedía que fuera sensible a su obra, no conseguí involucrarme, no hubo modo: -Rokkaku no aplica la pintura con pinceles, sino con los dedos –a veces sobre soportes encontrados–, siguiendo la larga tradición de pintura hecha con los dedos que viene de la prehistoria y llega hasta Miró, Pollock o Twombly. Para Rokkaku, esta es otra forma de recuperar el mundo de la infancia, la libertad del niño. Las sensaciones táctiles son una fuente de inspiración para ella y un canal básico para recibir y transmitir energía- (información del museo). A pesar de tan naturales y miríficas causas, esa exposición no fue para mí.

Pepe Fuentes ·