CARTA A EMMA LOUISE XV
Jueves, veintiocho de agosto de dos mil veinticinco
Hola, Emma, aquí estoy como todos los años, para felicitarte y acompañarte en tu dieciséis cumpleaños. La fotografía es de cuando tenías catorce, a poco más de un mes de cumplir quince. No tendremos ni tu ni yo una foto de quince, es decir la que tenía que haberte hecho este año, pero no nos vimos.
Fuiste a Londres a ver la ciudad y actividades relacionadas con el teatro. A pesar de no verte me alegró que vivieras una experiencia nueva que seguro que fue fantástica e interesante para ti.
Espero que nos veamos el próximo año, cuando ya estés a punto de asomarte a los diecisiete.
Estas cartas y estas fotos me sirven para entrar en tu tiempo y de paso en el mío acompañándote.
He mantenido desde hace mucho tiempo una larga conversación con el tiempo que iba transcurriendo en mí y sobre mi cuerpo y ahora, cuando todo se me va quedando estrecho, siento que es la experiencia más importante de mi vida: sentir como el tiempo transcurre por dentro y por fuera de uno mismo. También como lo hace en nuestro entorno y en las vidas de quienes nos rodean y a quienes queremos. Todos juntos avanzamos estrechamente, agarrados para que nadie se pierda y en ese transcurrir apenas si somos conscientes de lo que nos sucede, simplemente avanzamos porque en la inercia del vivir no podemos pararnos a pensar el tiempo, simplemente vivimos en él, aunque sí conviene hacerlo conscientemente.
Tú, a los dieciséis que cumples hoy, vivirás en tu tiempo cada día que pase con la mayor determinación por la gran confianza que tienes en ti misma y por tus ganas de vivir y hacer y crecer en todo lo que te propones.
Estoy muy orgulloso de ti y no solo por la brillante inteligencia que posees, sino, especialmente, por la determinación, voluntad e intensidad que te ofreces a ti misma. Esa actitud te hará grande.
El tiempo que vivimos y que pasa a través de nosotros conscientemente es un poderoso recurso para sentirnos vivos. Quienes viven al margen del transcurrir de su tiempo cronológico pierden porque no se referencian con nada, ni siquiera consigo mismos o con lo que es importante: su propia vida. Esa superficialidad rebaja estúpidamente la calidad de su vivir. No será tu caso, estoy seguro.
Te examinas de inmediato del carnet de conducir, que te has preparado con antelación, y eso es una evidencia más de que conoces el valor del tiempo y los atajos que aparecen cuando se trabaja seriamente y no se elude ningún esfuerzo. Aprobarás enseguida.
Tu curso académico, que acabas de empezar, será como todos: brillante. Y, tus apariciones en las obras de teatro del instituto, también.
Nos seguiremos nuestras vidas en la distancia: la tuya repleta de hechos relevantes; y la mía también, pero al revés, sin ninguno.
Es lo que nos toca ahora a cada uno, a ti vivir con intensidad y a mí, cuidarme con parecida aplicación.
Y así llegaremos a dos mil veintiséis, que nos veremos después de dos años sin hacerlo y eso será genial y para mí, lloroso, seguro.
Emma, cariño, felicidades, pásalo bien hoy y los trescientos sesenta y cuatro días que te debe tu decimosexto año, que como ya sabes, es único e irrepetible.
Te quiero, un gran beso.