7 SEPTIEMBRE 2025

© 2025 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2025
Localizacion
pepe fuentes
Soporte de imagen
-DIGITAL 50
Fecha de diario
2025-09-07
Referencia
11035

DIARIO DE UN CONDENADO 17
“Ahora sé que el vacío lo era todo”. José Hierro
Viernes, cinco de septiembre de dos mil veinticinco

¿Qué hago ahora sin Mi Charlie?
Mi vida no dependía de él, creo, aunque hoy no estoy seguro.
Cuando dormía conmigo no me despertaba a las cuatro y media de la madrugada. Hoy, que no estaba, sí.
Me acuerdo cada minuto de Mi Charlie.  ¿Hasta qué punto un animal silencioso puede llenar huecos?  Depende del vacío que lleve uno consigo.
Él no hablaba, pero era depositario de mis frecuentes monólogos. Me miraba con intensidad, callaba, pero estaba enterado de cómo iban las cosas aquí, en casa, de cómo me iba a mí y de paso a él, y a los dos en compañía.
Él, últimamente se mostraba inmensamente triste porque le iban mal las cosas y de paso su tristeza, su mal, se me metía a mí dentro.
Ahora me pregunto qué me importa más si la muerte de una persona, más o menos próxima o más o menos lejana, o la de mi perro con el que llevaba conviviendo diez años y medio. Sé la respuesta; es más, todo el mundo la sabe de sí mismo.
Las personas más o menos lejanas o próximas viven en la distancia luego no forman parte de mi vida, o de la vida de cualquiera. Mi perro sí; y el de los demás, lo mismo.
¿Qué hago ahora sin Mi Charlie? No lo sé. O sí lo sé. Haré menos, mucho menos de lo que hacía porque ahora ya no lo compartiré con Mi Charlie. Ayer di una vuelta por dónde nunca había ido con él, y me preguntaba ¿cómo iría Mi Charlie por aquí?
No creo que necesitara la presencia de Mi Charlie para hacer, es decir vivir (no hacer es no vivir); pero llenaba o completaba mi vida con su presencia. Formaba parte del inestable artificio de la vida en nuestra casa (todo lo es). Contribuía a un cierto equilibrio con sus rutinas y necesidades y, sobre todo, con nuestra mutua compañía. Llenaba el maldito agujero negro con su presencia. Ahora ya no está y la puerta del infierno que él protegía ha quedado desguarnecida.
A lo largo del tiempo, se perdió muchas veces por la inmensidad del campo vacío siguiendo su naturaleza, buscando lo que nunca alcanzaba, pero a lo que nunca renunció porque era su manera de ser y estar en el mundo. Perdía la noción del tiempo y el espacio porque era un perrito apasionado. Buscaba su quimera y yo le buscaba a él desesperadamente, temiendo que le pasara algo. Cuando la situación se prolongaba durante horas, las lágrimas de miedo acudían a mis ojos. Siempre aparecía como si nada y yo le perdonaba porque entendía porque lo hacía.
Eso ha ocurrido hasta hace menos de un mes, pero por la noche y en la ciudad, y resultaba mucho más peligroso si cabe.
Mi amigo hermano siempre me ha dicho, con razón, que a los perros hay que asumirlos como los animales que son y no humanizarlos porque desvirtuamos su naturaleza y los ofendemos. Yo le daba la razón porque la tenía; pero lo que no decía a mi hermano es que Mi Charlie tenía un papel de privilegio en mi vida porque era el cancerbero que custodiaba la entrada de mi agujero negro, para impedir que se colaran los malignos y los fatales insomnios, como anoche.
De eso me he dado cuenta estos últimos años, cuando he comprobado que las personas me habían dejado solo y ya nunca podrían protegerme. Todas las ausencias con irreversibles e insustituibles.
Yo tampoco podré cuidar de nadie porque también estoy solo y asustado, como ellos. Es el tiempo en el que ya apenas si podemos cuidar de nosotros mismos. Bastante tenemos cada uno con montar guardia en la puerta del propio infierno.
¿Qué hago ahora sin Mi Charlie? No lo sé, pero me temo que la vida se me pone mucho más desapacible y empinada.
Naty y yo lloramos desconsolados en la clínica veterinaria cuando nos dijeron que Charlie moriría en horas. Supongo que a los dos se nos apareció la negra puerta ya indefensa porque él no estaba para impedir el paso del mal. A mí me pasará; además de mi inmensa pena por él, por su muerte.
Ahora tendré que establecer un equilibrio que ya será otro, infinitamente más difícil de componer porque al puzle le faltará una parte por lo que será imperfecto para siempre.
La Fotografía: ¿Qué hago ahora sin Mi Charlie? Nada, o mucho menos y así hasta la disolución en la inmaterialidad. En esta fotografía reciente, bajo la observación de Charlie que me acompañaba en todo lo qué hacía cada minuto del día; instintivamente miré hacia arriba por si acaso la salvación viniera de ahí, por encima de mí; pero no, miré sí, pero allí tampoco había nada.

 

Pepe Fuentes ·