11 SEPTIEMBRE 2025

© 2025 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2025
Localizacion
Toledo: Museo Cromática (Convento Concepcionistas)
Soporte de imagen
-DIGITAL 800
Fecha de diario
2025-09-11
Referencia
11050

DIARIO DE LA BELLEZA 12 y 2
“El secreto de la vida se llama belleza. Se llama soledad”. Manuel Vilas
Lunes, ocho de septiembre de dos mil veinticinco

Seguí avanzando por pasillos y espacios que se desdoblaban sorprendentemente de modo que nunca preveía dónde desembocaría. Tuve la sensación de que lo hacía por un laberinto mágico, secreto y maravilloso. A veces, la disposición de las zonas hacía que desde donde me encontraba vislumbrara el contiguo, con los instrumentos perfectamente definidos por iluminaciones cenitales que resaltaban cromatismos y volúmenes. Cuando la sala se acababa, en uno de los lados, se abría un pasillo de techo bajo y al fondo, en un cubo luminoso empotrado en la pared, refulgía y destacaba un violonchelo pintado que contrastaba con el bajo umbral de iluminación del pasillo. Giré a la izquierda y el pasillo continuaba para abrirse a una sala amplia, con varios pódiums sobre los que exhibían desde contrabajos a saxos, o violines, mandolinas, laudes, guitarras, violas… En el centro de la sala un piano o un arpa, ricamente decorados. También esculturas y lienzos en las paredes.
Me sentía encantado en el mundo de alucinante y fantástica imaginación que me estaban ofreciendo.
La concepción del espacio era una sucesión de pasillos que desembocaban en salas secretas de exposición, decoradas con yesería que eran reproducción de las originales de época y que abundan en el edificio del convento de las Concepcionistas.
El laberíntico itinerario, con giros inesperados que variaban el sentido de la marcha, parecía una exploración iniciática con constantes sorpresas a cada giro y que parecía conducir al descubrimiento del secreto tan solo reservado a los exploradores de la delicada belleza.
Así llegué hasta la sala más alejada, recóndita y maravillosa: la de los saxos, minuciosamente pintados, barrocos y preciosistas, sobre exhibidores hasta la altura de la mirada, en urnas acristaladas, distantes y cercanos a la vez. Las paredes de la sala eran espejos que multiplicaban hasta el infinito el número de piezas, creando una sensación envolvente clandestina y hechizante.
Volví sobre mis pasos, hasta la rampa de acceso y desde ahí a la entrada donde se encontraba la mujer de melena corta rubia, ojos azules, cercana y simpática, que tanto me había gustado cuando llegué. Amablemente me preguntó qué me había parecido, a lo que contesté entusiasmado que me había encantado, que había sido una experiencia inesperada y sorprendente, especialmente, maticé, por la concepción del espacio y la cuidadísima ambientación de la puesta en sala de los instrumentos. No contuve mi entusiasmo por la sorpresa que me había causado Cromática y porque la visita me había alegrado la mañana.
Le dije a esa mujer que volvería a escuchar un concierto y tomarme un cóctel. No sé si lo haré, porque sé de mi desalentado estado de ánimo que hará difícil que me vuelva a animar a volver.
Quizá sí, porque la calidad del cóctel está asegurada porque el barman es el campeón, Santy Checa.
La Fotografía: Fotografié bastante con el móvil (no llevé la cámara y la eché de menos porque odio fotografiar lo que me gusta de modo trivial, improvisado e imperfecto). Quizá vuelva con la cámara (y por el cóctel). De cualquier modo, los motivos que fotografié me sirven para ilustrar la entrada de ayer y la de hoy.

Pepe Fuentes ·