12 SEPTIEMBRE 2025

© 2024 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2024
Localizacion
Monasterio San Andrés del Arroyo. Palencia
Soporte de imagen
-DIGITAL 102400
Fecha de diario
2025-09-12
Referencia
11055

Diario de CLAUSURA 1
“Me acuerdo de una cita fabulosa que encontré de Santa Teresa de Jesús, pero no recuerdo dónde: «Rezo mejor cuando estoy cómoda”. George Perec
Martes, nueve de septiembre de dos veinticinco

Como cada día me pasan menos cosas y tampoco me siento con ganas de provocarlas, hablando con las gentes, o viajando, o yendo a Madrid, que gracias al arte que veo allí me cunde el viaje; y, por otro lado, como lo único que me apetece hacer a lo largo del día es estarme quieto, en mi clausura (en dos espacios, uno para la mañana y otro para la tarde); pues nada, que no tengo temas que llevarme a la boca (moriré de inanición). Soy una especie de anoréxico existencial, pero sin ni siquiera el beneficio de la extrema delgadez para sentirme más guapo.
Ayer por la mañana, por ejemplo, a las cinco de la madrugada me desperté. Me levanté a las seis y me recosté a escribir. A las ocho y media desayuné lo de todos los días (dos de mis comidas del día son idénticas desde hace años), y eso me dice que estoy en el buen camino para alcanzar la santidad (la frugalidad); es más, si cocino una sola comida para varios días, puede darse la circunstancia de que desayuno, como y ceno lo mismo durante una semana, por ejemplo. No creo que los clausurados de verdad sean tan austeros como yo. Pero, tendré un problema para que me canonicen: no tengo iglesia, ni influencias, ni me conoce nadie. Será difícil, pero, va, ¡qué más da!
Ayer vi un documental sobre monjas de clausura de mi ciudad que viven cerca de mi casa (tengo que informarme para hacer las cosas bien, pues pertenezco a esa clase de inauditos seres humanos, pero en versión eremita). Me asombró que, de forma natural yo mantengo el orden y horario que ellas, lo que me lleva a la conclusión de que lo mío es vocacional, pero no lo sabía.
Veamos: todos, ellas y yo, nos levantamos a las seis de la mañana.
Ellas, hasta las nueve rezan en diferentes formatos (gozan de mucha variedad en eso, e incluso cantan, también); yo, subo al estudio y escribo o leo (otra forma de rezar y cantar).
A las nueve desayunan; yo también. Después hacen tareas domésticas propias del convento y a las 10:30 acuden al trabajo productivo (boquillas para cigarros, en este caso) y rezan el rosario; yo, camino oyendo literatura. Vuelvo y me instalo en la primera clausura, a seguir con lo mismo.
Ellas, a partir de la hora sexta (12 h) siguen con rezos y examen particular; yo lo mismo, pero sin examen (peco de soberbia).
A la 13:15 comen; yo, quince minutos después.
De 14 a 15 horas, a sus celdas a permanecer en silencio; yo, lo mismo, a dormir y haraganear, media hora más que ellas.
A la hora nona (15 h), vuelven a breves rezos y a trabajar en lo mismo que por la mañana; yo, igual, pero a las cuatro. Ellas meriendan a las cinco; yo no.
Ellas, a partir de las 18:30 tienen una hora de recreo en el que hasta chillar pueden (lo dijo la madre superiora en el vídeo). Es decir, expansión en libertad (terapia de grupo se llama esas exaltaciones comunitarias); yo, sin embargo, ni eso: a no ser que me ponga a dar saltos por la clausura (estudio) o me suba a la terraza a gritar como loco, lo que ni siquiera hago.
Después rezan Vísperas, rezo importante porque marca el fin del día. A esa misma hora yo aprovecho para hacerme la cena.
Cenamos todos, ellas y yo, a la misma hora (21 h).
Después rezan completas (acción de gracias por el día y examen de conciencia y petición de perdón por lo que no han hecho, o sí), y, a partir de las nueve o nueve y media se retiran a sus celdas; yo, a esa hora veo una película que viene a representar mis “completas”, pero sin pedir perdón por nada porque no he pecado. Me acuesto hora y media después que ellas (23 h), lo que dura la película.
¿Es lo mismo o no, lo suyo y lo mío? Sí, sin lugar a duda, porque a fin de cuentas la vida es lo que hacemos con nuestros cuerpos y ellas y yo hacemos lo mismo y a las mismas horas, más o menos.
Al día siguiente, repetiremos exactamente el mismo plan. Contemplativas ellas, contemplativo yo. La única diferencia es que ellas lo hacen en equipo y con guion para que ni siquiera tengan que pensar, solo ser buenas; mientras que lo mío es pura espiritualidad a cuerpo limpio y sepulcral silencio.
La Fotografía: Un posible modelo de hábito para andar por casa, que encontré en el Monasterio cisterciense de San Andrés del Arroyo, en el páramo palentino, que no creo que utilice porque no necesito uniformarme porque soy eremita clausurado. Como Santa Teresa rezo cómodo (escribo tumbado); a ver sí se me pega algo de su carácter melodramático y por fin me hacen santo.

Pepe Fuentes ·