23 SEPTIEMBRE 2025

© 2025 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2025
Localizacion
Du cote de la Côte. corto Agnes Varda (1958)
Soporte de imagen
-DIGITAL 10000
Fecha de diario
2025-09-23
Referencia
11072

LOS DÍAS 30
“Ya se acerca el Otoño, y antes
De disfrutarlo, habrá pasado.
Como la primavera, como el verano…
Gocemos esas noches, oh mi Reina,
Antes de que el inverno enfríe nuestros cuerpos…”

José María Álvarez
Lunes, veintidós de septiembre de dos mil veinticinco

Hoy ha comenzado el otoño…
Desde ayer dejamos atrás las inclemencias del verano. En los interminables días, solo había dos momentos en los que me sentía bien, ambos vividos en mi patio de clausura: las mañanas y las noches. Las tardes eran infernales.
Hoy he retirado las tumbonas. Esta noche me pasaré al interior porque ya es otoño.
Nací en un mes de verano, agosto, y en mis primeros años, en el inclemente cerro donde vivíamos, las tormentas se agarraban a él con temibles relámpagos que la envolvían y que duraban desde el atardecer hasta altas horas de la noche. Me parecía prodigioso que, entre tantos truenos ensordecedores, alguno no nos cayera encima.
Sentía un pánico incontrolado que me hacía temblar. Aquella pobre y desvencijada casa no tenía pararrayos; tampoco luz eléctrica ni agua; pero lo que yo necesitaba por encima de cualquier cosa era un pararrayos. Así eran los veranos de entonces, de mi infancia primera.
Ahora no hay tormentas en todo el verano y menos de la violencia de aquellas. Sigo sin tener pararrayos.
Nunca disfruté del verano como tal, en mi niñez y adolescencia no fui a playas y tampoco a fiestas y tampoco tuve amores efímeros de verano, como todos tenían. Fui un niño y joven poco afortunado en diversiones.
En un verano de mi preadolescencia, probablemente a mediados de los sesenta, en verano, sí ocurrió un hecho sin importancia pero que a mí me conmocionó y que todavía guardo en mi memoria táctil. Tendría doce años, sí, tal vez esa edad, y por circunstancias que no vienen al caso ahora, toqué las piernas de una mujer extranjera joven, que se bañaba en el río que pasa por la ciudad. En aquella época los toledanos nos bañábamos en el río. Esa sensación de la piel suave de las piernas de aquella mujer hizo que supiera que a lo largo de mi vida yo moriría por ellas, por las mujeres y sus piernas. Todavía, siento la suavidad de aquella piel en mis dedos.
A lo largo de los muchos veranos de mi vida, ninguno lo recuerdo singularmente. Lo cierto es que otras estaciones tampoco o incluso menos aún. Sí sé de la tristeza que se abate sobre el estado de ánimo con la llegada del otoño, especialmente por la pérdida de brillo y duración de la luz del día. No es mi caso, prefiero el otoño y su languideciente carácter.
La Fotografía: Un fin de fiesta veraniega a la que no asistí, ni a esa ni a ninguna. Los veranos no son propicios para las gentes melancólicas. Yo lo soy. El otoño, precisamente a partir de hoy, es mi estación preferida del año. En él percibo con placer el decaimiento de la luz día a día, cada tarde. Cada día antes y antes, y así hasta que la noche llega a media tarde y yo puedo pasar unas horas en mi estudio de clausura con las persianas levantadas rodeado de noche por todos lados. Los melancólicos amamos la noche, la oscuridad que nos protege de las inclemencias de la luz que hace reconocible al mundo, al que prefiero difuso.

Pepe Fuentes ·