Diario de mi Felicidad 13
“Desconfío por principio de cuanto menoscabe la serenidad. No siento obligación ninguna de ser feliz…”. Fernando Aramburu
Domingo, veintiuno de septiembre de dos mil veinticinco
Hoy va de felicidad, pero al revés. Curiosamente, una las fuentes de alimentación de este diario parte de la premisa de los deseos incumplidos, infelicidad, se llama. A medida que voy posándome en mi realidad sensatamente, asumiré lo que puedo esperar de la vida de acuerdo con mis circunstancias (ya se sabe lo que decía Ortega y Gasset: yo soy yo y mi circunstancia…), lo que supone que, a medida que ajusto la composición de la banda sonora de mi película (intensidad y volumen, escalas, armonías, ritmo, tempo, textura…), noto que me entrego con naturalidad al sencillo placer de dejarme llevar por la corriente de aguas tranquilas, pero sosas. Mi conformidad será casi absoluta y, probablemente, mi aburrimiento también. Nada se agitará agónicamente en mi alma (no me enamoraré), mi cuerpo irá marchitándose sin convulsiones ni deseos, lánguidamente.
No escribiré de nada, o sí, y si me empeño haré palotes en la hoja en blanco y fotografiaré flores o pájaros o nubes o puestas de sol (o a mí mismo haciendo el idiota en mi plató) … y así hasta morir. Como ya estaré muerto o al menos muy habituado a la sombra, no me dolerá nada.
La Fotografía: Lo que más difícil me resultará, creo, es armonizar mi todavía vivo deseo y gusto por la proximidad y presencia de mujeres en mi vida y la ausencia radical y brutal de ellas, en todos los sentidos. Así que, como eso no tiene solución, sublimaré esa crueldad con la presencia del arte en mi vida, como en el caso de esta obra en el que aparece una mujer, pintada por otra, Anna Weyant, de su exposición en el Museo Thyssen-Bornemisza. También recurriré al cine donde, generalmente, los personajes mujeres siempre son atractivas e inteligentes y de una eficiencia casi sobrenatural. De las que hay que enamorase.