20 OCTUBRE 2025

© 2025 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2025
Localizacion
Jaén, Catedral
Soporte de imagen
-DIGITAL 200
Fecha de diario
2025-10-20
Referencia
11101

LOS MICROVIAJES
Albacete y Jaén: día 5.2
Domingo, veintiocho de septiembre de dos mil veinticinco

… Al pie del Castillo de Santa Catalina, de Jaén, llegué en torno a las diez de la mañana. Lo visité. Su origen como estructura que se puede ver ahora es del s IX como alcazaba califal; aunque como enclave militar se remite a la edad del bronce y en épocas posteriores a íberos y cartagineses. Fernando III El Santo lo tomó en 1246, para la causa cristiana y española.
Bien rehabilitado, perfecto estado y de visita interesante no solo por el tamaño y perímetro sino por las diferentes dependencias y recreaciones históricas, estas últimas dedicadas a los años que estuvo ocupado por las tropas napoleónicas. Desde las partes altas del enclave se dominan paisajes muy lejanos y la ciudad de Jaén, abajo mismo.
Después, me dirigí a la ciudad, aparqué en el centro mismo, cerca de la catedral. Paseé por las calles del centro. Me detuve un rato en la plaza frente a la catedral, observé a las gentes paseando con perros y niños. En la plaza había, repartidas por el perímetro varios grupos de viejos que charlaban sin apasionamiento, probablemente de lo mismo del día anterior o del mes pasado. Ambiente provinciano tranquilo, apacible, con pocos turistas. Una vez que he colocado la fotografía elegida me he dado cuenta de que no hay ni perros ni niños, pero eso es solo cosa de la foto, porque aseguro que los había, yo los vi.
Una vez que vi la catedral di otro pequeño paseo por el centro de Jaén y como no se me ocurría otra cosa qué hacer, decidí irme a Baños de la Encina (32 km) …
La Fotografía: La catedral, de arquitectura simétrica y barroca en el exterior, era espectacular en el interior por la luminosidad que se reflejaba en la piedra blanca. Mantenía una estructura predominantemente neoclásica, aunque conviviendo con varios estilos: renacentista, barroco y churrigueresco. Se dio la circunstancia que casi al mismo tiempo que entré salía de la sacristía el equipo de curas que oficiarían la misa principal del domingo. Tres al altar mayor y uno que giró a la izquierda, hacia una capilla, en la que había un confesionario en el que se encerró. Era el confesor de campaña. Había buena entrada de fieles y el cura principal pidió silencio a los visitantes. Decidí marcharme porque no me sentía aludido por la representación. Cuando salía entraba una feligresa muy apurada por su tardanza, pero, por si acaso la reconvenían, ya entró por la puerta rezando en voz alta.

Pepe Fuentes ·