LOS MICROVIAJES
Albacete y Jaén: día 5.3
Domingo, veintiocho de septiembre de dos mil veinticinco
… Llegué a Baños de la Encina (32 km), en torno a la una. Fui hasta ese pueblo por dos razones principales: hay una bella fortaleza de origen almohade, conocido como el Castillo de Burgalimar; y porque ya había iniciado el regreso a mi casa y ese lugar se encontraba en la ruta de vuelta. Y una tercera, ya era la hora de comer.
A la una y media se iniciaba una visita guiada. No sé por qué me decidí por esa opción, lo que no suelo hacer nunca.
Hasta que llegara el momento, la mujer que se encontraba en la puerta vendiendo las entradas, me ofreció visitar la torre del homenaje y otras dependencias.
En sus orígenes fue construcción defensiva y de vigilancia romana que protegía la ruta entre zonas mineras de Sierra Morena y la ciudad de Cástulo. También se han encontrado, en excavaciones recientes, restos de ese enclave y un mausoleo, no reconstruido.
La fortaleza califal almohade fue construida a finales del s XI e inicios del XII, mediante un encofrado de menor coste, pero muy resistente por su técnica y composición: cal (como aglutinante), arena, grava y cantos rodados con la que conseguían unas condiciones de perdurabilidad extraordinarias: aún hoy, como es el caso de Burgalimar, se conserva como en el momento de su construcción, hace mil años.
El perímetro consta de 14 torres, más la del homenaje de mayor tamaño y de época cristiana. La reconquista de la fortaleza sufrió varios cambios de dominio en el siglo XII y se debió a la acción de Fernando III. A lo largo de los siglos posteriores, el recinto fue utilizado por pastores de la zona, mientras que, en otros periodos, se mantuvo abandonado. A comienzos del siglo XIX, después de la ocupación francesa, se convirtió en cementerio del pueblo. En algún momento exhumaron todos los restos.
Después de las últimas excavaciones y hasta ahora se utiliza no solo como referente monumental, sino que el Ayuntamiento de Baños, organiza actos recreativos como representaciones teatrales y conciertos.
La Fotografía: Me sentí bien en la visita del castillo, recreándome con la belleza de la fortaleza y la matizada y fotográfica luz que había en esos momentos. La visita guiada la integrábamos un grupo de doce personas adultas, una niña y un perro salchicha ladrador, que fuimos llegando entre la una y una y media. La actuación del guía, muy simpático, resultó pedagógica y amena.