22 OCTUBRE 2025

© 2025 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2025
Localizacion
Baños de la Encina. Castillo de Burgalimar (Jaén)
Soporte de imagen
-DIGITAL 160
Fecha de diario
2025-10-22
Referencia
11077

Albacete y Jaén: día 5 y 4 (epílogo)
“Chejov dijo: Si te asusta la soledad, no te cases. Y asimismo podría decirse: si te asusta la soledad no viajes”. Paul Theroux
Miércoles, quince de octubre de dos mil veinticinco

… Después de la visita al Castillo de Burgalimar, casi a las dos y media, bajé al pueblo con intención de comer. Me senté en una terraza de mesas altas, de una taberna. Pedí una cerveza y una ración de pimientos rellenos de bacalao. La razón era obvia: me gustan los pimientos y el bacalao (en este caso era con salsa). Pero, como siempre, error de los errores, resultó un guiso sencillamente asqueroso. Los pimientos eran tan solo jirones y el relleno una masa informe y babosa, como la salsa. Menos mal que la temperatura y la luz eran sumamente agradables.
A modo de resumen: no tomé ni una sola comida de calidad, tanto cenas como comidas, salvo  la comida del primer día, en Alcalá de Júcar, que tomé una sepia con patatas fritas con huevo, bien cocinada; y algún que otro desayuno como el de Baeza, junto con mis viejunos compañeros de comedor.
Salí de Baños de la Encina en dirección a mi casa (241 km), a las cuatro y cuarto. Llegué a las siete menos cuarto. Los últimos cien kilómetros, lloviendo. Descansé, cené y me acosté.
Microviaje concluido hoy: al final del relato siempre, nunca antes.
Me costó mucho arrancar a partir de un estado de ánimo neurasténico y desde luego con escasa reserva de argumentos y motivaciones.
Si como dice Michel Onfray: “Uno mismo, ese es el gran asunto del viaje. Uno mismo, y nada más. O poco más”, yo me encontraba sin argumentos porque sentía que no era un buen momento en mi vida; quizá tampoco malo porque no padecía de ninguna enfermedad o dolor; pero mi único propósito era (y es), conseguir vivir diariamente sin demasiados bajones vitales; o, dicho de otro modo, carecía (y carezco) de asunto y perspectiva, no tengo propósitos ni metas, solo aguantar como pueda. Aguantar con digna austeridad, sin llegar a los rigores del estoicismo, que tan conventual me parece. Y sí, probablemente, ese sea el asunto del viaje, la resistencia y solo eso.
El Microviaje me ha proporcionado material narrativo para trece entradas (incluida esta), que de otro modo no habría conseguido incorporar al diario. Claro, eso me remite a una argucia en cuanto a la finalidad y razón del viaje porque lo convierto en una falacia como tal: el viaje solo tiene lugar y sentido debido a un subterfugio o coartada existencial y no en el viaje en sí.
En mis Microviajes es imposible que obtenga especiales satisfacciones (como las visitas de hoy, todas magníficas), por una simple y decepcionante causa: no veo la forma de disfrutar a fondo de un viaje, del arte, del placer de la comida, o del sexo y de mil cosas más, sin compartirlo. No hay felicidad posible en solitario, salvo en las rutinas y las manías, tan cercanas a las indeseables patologías.
A priori, cuando me planteo un Microviaje, me pregunto ¿cuánto te apetece ir a este u otro sitio? Me respondo: poco, porque si no voy no pasará nada, es más me ahorraré la molestia y el gasto. La razón de este modo de pensar es sencilla: iré, veré, fotografiaré, volveré, escribiré y olvidaré. Ya está, no hay más, porque en ese intervalo de dedicación de tiempo y energías, no estaré contento de verdad en ningún momento.
El problema es que, si no lo hago, tendría que dejarme morir y he decidido esperar un rato.
La Fotografía: Esta imagen me parece interesante, sugestiva y condensa el espíritu de lo que busco en mis Microviajes: belleza, un cierto misterio y recogimiento sobre mí mismo a través de lo que veo y fotografío. Fue el último enclave histórico y monumental que visité: el recinto amurallado interior del Castillo de Burgalimar, que reúne las condiciones de mis propósitos viajeros.

Pepe Fuentes ·