MONÓLOGOS SOBRE ARTE 35
Caminar entre estas obras
es aceptar ser mirado.
… Y quizás, reconocerse.
LO QUE NOS MIRA
Texto de una de las paredes de la muestra.
Domingo, doce de octubre de dos mil veinticinco
La mañana del sábado fue increíblemente plácida e incluso adornada por un excelente estado de ánimo. No sé de dónde me venía semejante despliegue vital. El viernes nada había pasado, salvo que fui al teatro. Objetivamente, no era suficiente. No salí a caminar por la mañana. Comí, dormité media hora, me duché, me vestí, me coloqué mi gorra de visera azul, la de las grandes ocasiones, cogí mi cámara con objetivo corto y me dispuse a llegar hasta Estampa (feria de arte contemporáneo), en Ifema, Madrid. Llegué sin contratiempos y, asombrosamente, seguía de un excelente humor.
Más reducida que Arco, (solo un pabellón, el 6). Entré gratis por viejo, aunque no se me note (o sí) cerca de las cinco y media. Deambulé entre los pasillos verticales y transversales que conformaban las galerías. Entraba y salía, fotografiaba a veces. Sentí cansancio, no físico, sino “temático” porque el arte era el de siempre (bastante quincalla).
Mucha abstracción pictórica, de la que suele aburrir si las miras, aunque no las veas realmente; poco videoarte, en realidad nada (hace poco tiempo era frecuente, es llamativo la rápida obsolescencia de los soportes); poca escultura, de la que prefiero la figurativa, ya que me encanta fotografiar esas obras porque me sugieren fabulaciones literarias, poéticas y hasta filosóficas; bastantes litografías de autores consagrados o ediciones múltiples, adecuadas para la feria porque hace que los precios sean más asequibles y no muchas fotografías.
En cuanto a autores conocidos y españoles, bastantes: Picasso (pequeños formatos en papel); lo mismo de Miró, Dalí y autores de mediados del XX, especialmente informalistas abstractos: como Saura, Canogar, Tàpies, Juan Genovés (poco abstracto); e internacionales como –Vasarely, Leger, Calder, Chagall–. También había algunas litografías de Antonio López ¡cómo me cansa, López! ¡¡¡Cómo me canso yo!!!
Y así hasta mil artistas, repartidos en noventa galerías (dato oficial).
Poco a poco, andando y andando, me fui apagando, deshaciendo, diría.
A las siete y media tan solo era un ectoplasma cansado. Volví a mi casa. Se me hizo de noche por el camino.
Llegué a mi casa a las nueve menos cuarto. Si por la mañana fui vital y exultante, a las nueve de la noche solo era un puro despojo. Cené mi ensalada diaria acompañada de “delicatessen” charcuteras de Mercadona. Terminé y me recliné en el sillón con la televisión funcionando, sin ver apenas alguna historia sin interés, mientras caía en un invencible sopor. A las once, busqué la cama, no ya rendido, sino derrotado por mi afán de mantener un buen tono vital, con sentido o sin él. Como si me fuera la vida en ello; que sí, que seguramente sí.
La Fotografía: Escultura de dos seres aterrorizados, abrazados. No sé si ese fue el propósito del autor, recrear y expresar la espantada fragilidad y el incontrolado pánico de vivir, pero a mí me lo pareció. Cuando hice esta foto ya me encontraba con evidentes síntomas de un parecido terror al absurdo de mis días.