26 OCTUBRE 2025

© 2024 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2024
Localizacion
Toledo (España)
Soporte de imagen
-DIGITAL 50
Fecha de diario
2025-10-26
Referencia
10291

DIARIO DEL ESPANTO 2
“Algo peor aún que el miedo a lo desconocido: el miedo, de improviso, a un conocido”.  Peter Handke
Jueves, dieciséis de octubre de dos mil veinticinco

Ayer por la tarde, cuando entré en la clínica, vi a una mujer conocida que fue algo parecido a una amiga hace unos años, y me vi obligado a hacer una extraña maniobra de camuflaje (formato Filemón) para impedir que me viera y tener que saludar (como dice Handke, no soporto a los conocidos). El caso es que iba a ver a mi dermatóloga de cabecera (me cae estupendamente, y hasta me gustaría para el negocio del deseo y el amor si no tuviera la edad de mi hijo).
En fin, ahora que me encuentro más allá del tiempo es todo de un desolador simplismo.
A los lamentables y marginados viejos se nos encoge el margen de las posibilidades vitales, de modo que ya solo podemos vivir en los estrechos espacios de las reservas, amontonados o solos, abúlicos y adormecidos, esperando a que vayan tachándonos de la lista ¡Menuda mierda!
El mundo está asquerosamente ordenado, pensado solo para vivir según los tramos de edad que te corresponda. Viví solo de los treinta a los treinta y seis años y en aquella época feliz me ocupaba de deseos que generalmente satisfacía. Todo era bonito y excitante, sin carencias amorosas ni sexuales: un dorado paraíso. Por si fuera poco, creía en lo que hacía creativamente (fotos y eso). Ahora ya no.
Este mundo no es para viejos…
Eso no quiere decir, ni mucho menos, que esté prendido a la nostalgia como dañina garrapata. Todos aquellos polvos felices y enamoramientos súbitos que llegaban y se iban pronto, aparte de otras cosas, ahora me importan una mierda, sencillamente porque ya no queda rastro de nada de todo aquello; es más, hasta reniego de aquellas risas porque sospecho que no las aproveché como debía.
Ahora, solo deseo que me quieran y si no pueden, pues nada, a la mierda ¡Qué le den a todo el mundo!
Sí, ayer por la tarde, fui a mi dermatóloga a que me quitara una excrecencia sin importancia en la mejilla derecha. Salí con la cara llena de parches aparatosos en ambos lados de la cara.
Hoy, me he despertado a las cuatro y me he levantado a las cinco. Lo primero que he hecho es curarme las múltiples heridas de mi paso por el quirófano. La dejaría que me retocara la jeta de vez en cuando porque cuando lo hace es cariñosa.
Ahora, a las seis de la mañana, escribo para conjurar los malos espíritus y el más que justificado enfado con el fatal destino humano. Mientras, también escucho blues que me gustan.
Todo va bien entonces y el resto del día será igual de venturoso, espero.
Ah, por cierto, por azarosas e impremeditadas circunstancias que no vienen al caso, mañana por la noche y por una sola vez, retomaré aquella tonta experiencia de Las Cenas Raras, en Madrid, a las nueve de la noche.
Acudí a la séptima y última hace casi un año, en noviembre del año pasado. Lo dejé porque era un asunto de poca importancia y ningún placer para mí. Solo cosa de viejos y viejas acobardados y parlanchines. Desfondados todos. Un engorroso coñazo donde no pasaba nada de nada. Mañana tampoco, seguro, salvo que pagaré el derecho de asiento, el viaje de ida y vuelta hasta Madrid, aguantar conversaciones banales, pagar otra vez (por la cena), y volver a mi casa, muy de noche ya. Lo contaré aquí para que por lo menos sirva para mantener abierto el expendedor (diario) de perdidas batallitas …
La Fotografía: A mí no me gustan los conocidos, y tampoco los desconocidos, a pesar de que mañana vaya a cenar con unos pocos. Una idiota contradicción porque a mí lo que me gusta es ir al campo en primavera y fotografiarme como si fuera un artista (un poco lo soy) en campos de flores amarillas o rojas; y, por supuesto hacerlo solo (antes con Mi Charlie, que me comprendía), sin tener que dar explicaciones o tener que hacerme entender por alguien.

Pepe Fuentes ·