1 NOVIEMBRE 2025

© 2024 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2024
Localizacion
Avilés (España)
Soporte de imagen
-DIGITAL 250
Fecha de diario
2025-11-01
Referencia
307

DIARIO DE LA NADA 23
“Cuando pienso en tantos amigos que ya no existen, siento lástima por ellos. Sin embargo, no resultan tan dignos de compasión, pues han resuelto todos sus problemas, empezando por el de la muerte”. Emile Cioran
Sábado, uno de noviembre de dos mil veinticinco

Sí, como dice Cioran, los muertos ya tienen resuelto la gran cuestión de la vida, que es el morir, infinitamente más trascendente que el nacer porque no naces, te nacen, no lo deseas porque los nonatos no sienten nada, no piensan nada, no son conscientes de nada. Todo lo hace quien te trae al mundo: Tu Madre, Mi madre, La Madre de Todos. Sin embargo, morir no lo hace ni tu padre ni tu madre por ti, lo haces tú mismo. Es la condena por haber nacido.
Hoy, la tradición católica occidental celebra el día de Todos Los Santos; y ayer, la víspera, Halloween, de tradición anglosajona exportada a EE.UU. El dos de noviembre es la de los Fieles Difuntos. En tres días se cumplen con los ritos de homenaje y recuerdo a los ausentes.
No vivo ninguna de esas fiestas y tampoco las siento como propias. Tengo mis difuntos, pero eso no tiene porqué significar que deba cumplir con el programa de actividades marcados por la costumbre cultural y social.
Ahora ya tengo más muertos que vivos. Hasta mi perrito se ha muerto hace tan solo dos meses. Y así será hasta que me toque a mí porque ya no quede nadie que vaya por delante en sus años. De hecho, eso ya es así y no quiero que nadie de los míos me adelante, contra natura. Soy el siguiente.
Según el orden natural de las muertes sentidas, los primeros están mis padres, Nicolás y Luisa, muy por encima de los demás en mi lamento. Luego, muchos más, esenciales también: mis abuelos, especialmente dos de los cuatro que conocí (Pepe y Modesta, por parte de padre y madre, respectivamente). Mí tía Milagros, tan importante en mi infancia y después, siempre sentí su presencia cercana, aunque no nos viéramos apenas (murió hace dieciséis años). También otros tíos con los que apenas tuve trato y de algún otro que supongo muerto, pero que nadie consideró necesario informarme. Primos, que sepa ahora, creo que ninguno habrá muerto, aunque tampoco lo sé con certeza. Si se mueren antes, nadie me informará. Lo lógico es que sea yo el siguiente porque soy el mayor de todos. Hermanos y sobrinos no tengo. Mis amigos tampoco han muerto, lo harán después que yo.
Llegará el momento en el que tenga que atravesar la fatídica línea, penetrar en el gran enigma que es el vacío absoluto, la gran nada de la que no volveré. Si llego a sentir que me alcanza sentiré un miedo cerval porque estaré mortalmente solo en el siempre incomprensible trance. “…Solo para ti si mueres, mueres”, dijo Quevedo
La Fotografía:
Cementerio de Avilés, un bello camposanto donde estuve hace un año. Por qué, por nada, simplemente porque me gustan esas obras humanas de grandiosa trascendencia, hasta los más humildes. Lugares donde se honra las vidas de los muertos en una consunción lenta y solemne. Quiero que me depositen en el de mi ciudad, junto a mis padres, bajo la pesada lápida de granito. El frívolo juego de esparcir las cenizas, como si fuera un acto de suprema espiritualidad y simbolismo, me parece una irrespetuosa tontería. Arrebata a los muertos la solemnidad y respeto que se merecen por haber vivido y, sobre todo, por haber muerto. Su memoria termina antes y los humilla al ser arrojados en cualquier sitio de mala manera (salvo que ellos expresen el deseo de que sea así). No quiero eso por nada del mundo.  Que me entierran ya cocinado es innecesario, porque se parece demasiado a las llamas del infierno, que no me merezco. Faltaría algo esencial: el paso del tiempo que medirán los gusanos, despacio, muy despacio. Deseo reunirme con mis padres para el resto de los tiempos y que todavía perduremos un poco más reunidos, como empezamos, aunque solo sea bajo el peso de la piedra y en contacto con nuestros huesos. Nací de ellos y con ellos me extinguiré lentamente. Por eso me gustan los cementerios, el gran gesto amoroso y respetuoso de los seres que nos han querido.

Pepe Fuentes ·