LOS DÍAS 32
“A medida que se envejece y el mundo va perdiendo significado, uno se pregunta más y más acerca de las fuerzas que le han impulsado a lo largo del tiempo. En realidad, los dioses son indiferentes a esa pobre criatura que avanza penosamente hacia su destino, y le hablan de forma tan abstrusa que, a la postre, él mismo ha de decidir el significado de sus designios…”. John Williams (El hijo de César, obra biográfica sobre Cayo Julio César Augusto)
Sábado, ocho de noviembre de dos mil veinticinco
Acabo de llegar de mi paseo diario (6,7 km), despacio y oyendo la última novela que me he comprado: Los tres mundos, la tercera entrega de la serie de Julio César, de Santiago Posteguillo. La historia de la conquista de las Galias, en formato audiolibro, con 32,48 horas de escucha. Lo pasaré estupendamente, seguro. Este autor es tremendamente entretenido y divulgativo, buen historiador en amenísimo formato literario.
Hace dos días acabé la tercera novela de Guillermo Arriaga, Salvar el Fuego, tan intensa como las dos anteriores que leí con ganas, una tras otra. He decidido descansar de Arriaga mientras leo la intensa guerra de Las Galias, librada por el clarividente Julio César. Mientras, también, y hace unas noches vi Lejos de la tierra quemada (2008), con Charlize Theron, Jennifer Lawrence y Kim Basinger, convulso y áspero drama escrito y dirigido por Arriaga. También es un gran director de cine.
Hay un denominador común en las historias de este maravilloso y poderoso artista, al menos a las cuatro a las que me he acercado: durante el desarrollo de la complejas e intensas tramas que despliega te coge por el cuello y no te suelta hasta que te falta la respiración; pero creador de alma grande, hacia el final te suelta y permite que respires. No todo es tan terrible, finalmente. No sé si me gusta eso (creo que no). Terminaré por asumir su piedad porque no puedo permitirme renunciar a la belleza de su literatura, es muy importante para mí. Quizá, él tenga razón y el género humano no sea tan absolutamente deleznable, como presumo que es. Él sabe de la naturaleza del material humano con el que trabaja, pero nos da un respiro para que no muramos leyéndole.
La Fotografía: Restos del templo romano de Los Mármoles, de la ciudad Augustobriga (s II); en honor a Augusto, sobrino nieto y sucesor de Julio César. Ahora recuerdo que cuando realicé esta fotografía (2014), no paraba de realizar excursiones de un día a la búsqueda de localizaciones donde fotografiar y realizar puestas en escena “creativas”, para añadir contenido y sentido a mi paso por la vida. También por gusto y placer. La primera y segunda década del siglo XXI han sido las mejores de mi vida, cuando más libre y más intensamente he vivido, a pesar de mi escasa inteligencia, pero contrarrestada por una determinación ambiciosa y vital, haciendo los máximos esfuerzos para enriquecer mi vida y mis experiencias. Siempre autodidacta y solo. Nunca, jamás, me he rendido y nunca lo haré mientras siga teniendo aliento y conserve la vida.