11 NOVIEMBRE 2025

© 2018 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2018
Localizacion
Baofeng, Zhangjiajie (China)
Soporte de imagen
-120 MM- DELTA 3200 (800)
Fecha de diario
2025-11-11
Referencia
8641

DIARIO DE UN CONDENADO 18
“Todos, en determinadas circunstancias, podemos ser excluidos. Todos, alguna vez, hemos sido tentados por lo que podría excluirnos. Todos sabemos que estamos expuestos a la angustia de ser marginados. Ser hombre es ser imputable”. Gregorio Luri
Domingo, nueve de noviembre de dos mil veinticinco

Ayer, sábado, me deslicé por la suave pendiente del abandono vivencial, por la sensación de ser un irredento excluido. A medida que el día avanzó fui hundiéndome en la desgana. Sin escribir, sin desear, sin leer, salvo, un poco de audible, tampoco mucho porque estoy inmerso en la guerra de Las Galias, y en días así, ni guerras ni hostias. Películas tampoco, y serie una, que vi casi entera: Yakarta, con un Javier Cámara desidioso, despeinado y abandonado en su aspecto físico, profundamente solo y deprimido. Enloquece, pero eso no le ayuda, todo lo contrario, le hace cavar y cavar en su autodestrucción. Al parecer, a ese hombre le sucedieron hechos que le condujeron a la exclusión social de su entorno. Creyó que peleando contra los que le excluyeron se reivindicaría y volvería a ser quien imagina que fue, al lugar que ocupó. Mentira radical, estúpida ensoñación: cuanto más compulsivamente intentas flotar y ganar la orilla, más te hundes, más profunda es la brecha existencial y más espesas las sombras.
En un momento de mi vida, hace años ya, no muchos, se dieron las irreversibles circunstancias de mi relegatio vivencial y social; inadvertidamente, traspasé una línea que me situó en un territorio hostil y siniestro del que ya no he regresado. En ese momento no fui consciente del alcance del siniestro que me abocó a recluirme en un espacio proceloso y siniestro del que no se vuelve.
Pensé, tontamente, que si conseguía recrear las condiciones que me habían mantenido con vida durante años, todo se arreglaría, con pérdidas, pero me salvaría de un futuro siniestrado. Que todo consistía en luchar, como Javier Cámara en la serie que vi ayer. Pero no, no fue así, todo lo contrario, fue un ingenuo espejismo propio de un hombre muy tonto (yo), como Joserra (Javier Cámara), en la serie.
Quizá, en mi descargo y solo en la primera fase de la catástrofe, creo que fue mi inexperiencia y torpeza lo que hizo que me equivocara en la evaluación y reparación de daños. De cualquier modo, eso era lo de menos, porque en el fondo ya no sales nunca de la galopante decadencia.
Más adelante, a través del tiempo, seguí reincidiendo en la idea de no morir todavía, aunque ya como pez boqueando angustiosamente en la orilla, mientras aguas adentro la vida continúa y otros peces viven y respiran en su medio expansivamente.
Poco a poco, ayer, por ejemplo, di un paso más en la asunción de mi inviabilidad vital, y fue entonces cuando sentí la mordedura de la serpiente que llevo enroscada en mi cuerpo, apretadamente, que de vez en cuando me muerde para que no olvide que para mí ya no hay redención posible.
La única solución paliativa que se me ocurre para no sufrir intolerablemente es la desmaterialización y así la serpiente no tendrá mi frágil carne a la que morder.
La Fotografía: Los peces nadan venturosos y vitales en aguas tranquilas. Todavía no saben lo que les espera, ni siquiera lo sospechan. Ya lo sabrán, cuando sufran la inevitable exclusión, ese estadio en el que nadie ayuda a nadie. Los peces fuera del agua acabamos apestando, a pesar de la distancia preventiva que todos mantenemos, unos y otros, y todos con todos.

Pepe Fuentes ·