12 NOVIEMBRE 2025

© 2022 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2022
Localizacion
Río Tajo, Toledo
Soporte de imagen
-DIGITAL 500
Fecha de diario
2025-11-12
Referencia
11168

Diario de CLAUSURA 4
“Leo páginas de este Diario: a fin de cuentas, es lo mejor y más útil que he hecho en la vida”. Jules Renard
Lunes, diez de noviembre de dos mil veinticinco

No entiendo bien lo que quiso decir Renard cuando escribió la cita de hoy. Escribo este diario hace casi veintidós años, sin que se me haya escapado un solo día (creo que va siendo hora de dejarlo ya). Creo que el mío ni es bueno ni útil; pero enseguida me he quitado la razón porque también es lo mejor que he hecho en mi vida y lo más útil para mí, íntimamente, porque ha supuesto un pretexto o motivo para mi día a día.
Con eso es suficiente.
Lo demás me trae sin cuidado.
Tengo que publicar la entrada del día siguiente: para no morir mañana.
Esa es la motivación y única razón, con ella me basta y me sobra.
A veces siento el apuro del paso del tiempo: mañana amanecerá y si no escribiera esta entrada, el diario quedaría vacío. ¿Qué pasaría? Nada, pero me creo que eso no puede ser, bajo ningún pretexto o razón.
Me conviene ser tan estúpido (o no).
Increíblemente, siempre consigo salir del apuro, aunque no lo entienda porque a mí no me pasa nunca nada. Por eso, a veces, me agobio.
Hoy no tengo nada que contar de interés (el fin de semana, clausura absoluta).
Hoy, por ejemplo, lo que he hecho, pero que me podía haber ahorrado:
-Me levanté tardísimo para mis costumbres insomnes, a las ocho de la mañana. He desayunado, he perdido el tiempo de un lado para otro por la casa y en el estudio de clausura; he desayunado y he salido a caminar, por la orilla del río. He hablado con mi amigo-hermano, largo tiempo, intensamente, y como siempre, hemos estado de acuerdo en todo (nos llamamos para darnos la razón apasionadamente, nada de conversaciones sosas). A la vuelta, he instalado el microondas que me ha pasado Naty (a ella le sobraba y el mío se rompió). Después, he comido lo mismo que el sábado y el domingo ¡menudo plan gastronómico el que tengo! es tan estúpido y poco apetecible que finalmente será la causa de mi suicidio. Comer mal es una razón más que suficiente para morir mañana, con diario o sin él. De dos y media a cuatro y media: he leído prensa, he dormido, he vuelto a leer tonterías que me adormecieron, otra vez lectura, entrecortadamente, y ya no me he vuelto a dormir porque me levanté. A las cuatro y media al estudio de clausura. Lo primero: he escrito a una mujer que, en la página de contactos para eso de la búsqueda del amor inencontrable, me ha dicho mediante con un emoticono, que le gusto (no ha sido ella, han sido los malditos algoritmos que emiten señales para que los solitarios no nos suicidemos). Como esa mujer (sexagenaria, claro), no me ha parecido mal (cosa de los algoritmos, otra vez), me he animado a escribirle una misiva a la que no contestará (ninguna lo hace, a veces me parece que las mujeres, si fueran ciertas, que hormiguean en esa página son idiotas perdidas). Yo también por dejarme llevar por semejante estupidez, para no morir mañana. Ahora, a las seis y media, estoy terminando esta entrada. Después revelaré la fotografía de hoy y una más del río y del mismo día de toma.
Después, hacia las ocho y media, saldré de mi clausura, cenaré, veré alguna peli y a las once me acostaré. Mañana exactamente lo mismo, y el resto de la semana también: -un no parar de no hacer nada de nada-.
En verdad te digo, querido diarista, que eres un tipo increíble porque consigues mantener un diario sin interés con la simpleza de vida que llevas, sin morir de un prolongado bostezo que te cause un infarto irreversible. ¿Por qué no lo dejas de una puta vez, tío?
Contesto: porque moriría mañana. Entonces, no… todavía no. Esperaré un rato más.    
La Fotografía: Yo no leo este diario, solo lo escribo. Solo faltaba que, además de una cosa, otra. Sería demasiado tortuoso y enfermizo. Es como soltar cometas o globos a las doce de cada noche, o no, más bien, botellas con mensaje que suelto por la mañana en mi río, cuando voy a visitarlo cada mañana, mirándolo de soslayo, pero cariñosamente, mientras camino.

Pepe Fuentes ·