20 NOVIEMBRE 2025

© 2025 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2025
Localizacion
PELICULA: Interiores, de Woody Allen (1978).
Soporte de imagen
-DIGITAL 12.800
Fecha de diario
2025-11-20
Referencia
11207

COLECCIÓN DE MISCELÁNEAS 101.2
“Soy un afortunado y nada ha obstaculizado esa fortuna… Pero eso no me impide pensar que la vida es una experiencia triste”. Woody Allen
Martes, dieciocho de noviembre de dos mil veinticinco

Seguiré dando noticias de mi experiencia reciente, aunque ya vivida en un remoto pasado, con las películas del gran Woody (no puedo evitar definirle así porque siento debilidad hacia su obra).
La semana pasada vi dos más, la siguiente a la anterior (Annie Hall): Interiores, del año siguiente (1978).
Naturalmente, me encantó ¿cómo no? No tiene la misma frescura de comedia chispeante, pero sí anuncia y desarrolla una línea expresiva poderosa, seria, reflexiva, dramática. Allen no solo es un cómico o comediante brillante, que lo ha sido a lo largo de toda su vida creativa; sino, también, un artista que disecciona con precisión estructuras sociales arraigadas, como la familia y sus contradicciones y tristezas.
Las criaturas de Woody suelen ser problemáticas en el amor y el sexo; en esta película también, cómo no. Esta, además, atravesada por subrayados existenciales tanto en las mujeres jóvenes como en sus mayores.
A la crítica, en su momento, no le gustó demasiado, aunque algunos de ellos sintonizaron con la elegante sutileza que contiene, y espléndida belleza formal. Coinciden en su deuda con Bergman, del que siempre se ha manifestado entregado entusiasta (yo también); pero eso, en absoluto es un demérito, todo lo contrario, porque se trata de una recreación acertada y personalísima del mundo Bergman, tan introspectivo e inimitable.
Mientras veía la intensa película me preguntaba: ¿es posible la familia como estructura afectiva, enriquecedora y hasta salvadora de las vidas humanas? ¿lo es el amor, especialmente el formalizado, certificado y sellado para la eternidad? Sería larga la respuesta y excedería de esta pequeña entrada de diario; aunque alguna apreciación puedo hacer: depende. A veces sí, durante un tiempo, el del enamoramiento y las responsabilidades firmes de los padres, como en el caso del padre de esta historia; y a veces no; u otras, solo durante un tiempo. No sé. Pero en los asuntos sentimentales humanos, nada está asegurado nunca. Y nada es fácil, en ningún caso. Eso es lo que pone en evidencia Woody, con sutileza e inspirada creatividad.
Y luego están los críticos, que, como el sempiterno y en tantas ocasiones desacertado Boyero, que dice: “Insoportable imitación de los universos de su admirado Bergman”. Sencillamente, no es así, todo lo contrario.
Bueno, va, y qué más da lo que digamos unos y otros, sí el artista lo ha sido, indubitablemente durante décadas y décadas. ¡Eterno Woody!.
La Fotografía: Un matrimonio cansado: solo él, porque quiere experimentar otro modo de vivir junto a una mujer, y cree tener el derecho a ello. Lo tiene, sin sombra de duda. Ella, sin embargo, no. Solo está sostenida por su neurosis, por su pánico a la vida. Es una mujer de frágiles e inciertos equilibrios, extremadamente dependientes. Más allá; las tres hijas abrumadas por sus contradicciones y sus abismos (en la foto, que curiosamente es la del afiche, luego la mejor foto posible para este diario, aunque la hice sin saber que era la misma). Las tres mujeres, tan distintas, muestran semblantes íntimos y reflexivos y radicalmente alejadas unas de otras.

Pepe Fuentes ·