Diario de un hombre Invisible: 6.2
“Todo artista construye su obra para defender la soledad en la que está”. Ernesto Sábato
Viernes, veintiuno de noviembre de dos mil veinticinco
… Y el resto del mundo igual, no solo los artistas, Sábato. Unos van a cenar con desconocidos o se suscriben a páginas de contactos que no funcionan; otros van a mítines, o a misa o al fútbol. Todos hormigueamos como podemos en las tripas del mundo para no morir de consunción afectiva y soledad. Yo también, pero como moviéndome en el mundo no me sale bien, me he hecho cenobita y escribo un diario.
Todos en lo mismo, luchando a brazo partido por sobrevivir, contra la presión atmosférica, la ineludible necesidad afectiva y social de los mamíferos vagando en el tiempo y la propia impotencia.
Limitar mis conexiones, podría reducir sensiblemente el número de correos en mi móvil si me diera de baja de las dos páginas de contactos con mujeres desconocidas, porque en cuanto a mí, tienen claro que nada quieren saber. La barrera la tienen puesta en los septuagenarios, y yo lo soy.
He sopesado la posibilidad de borrarme de esos estúpidos sitios (sería inteligente), pero la he rechazado porque sería prescindir de una conveniente rutina a bajo coste. Técnicamente, tan solo es un pretexto para mantener abierta una ventana descomprometida al mundo, de frustración controlada, más o menos.
Estoy en el momento en el que todo es puro simulacro, gestos de supervivencia pura y dura, inauténticos y superfluos.
Esas dos páginas nada me aportan (hasta hace poco solo era una), salvo recibir diez correos de una y cuatro de otra (media), donde me informan de los perfiles que han incorporado y de las mujeres que visitan mi perfil, que deben tener desenfocados los propósitos, aunque rectifican sobre la marcha y me bloquean cuando se dan cuenta de mi avanzada edad y se marchan para no volver.
Esos catorce correos suponen menos de uno a la hora (0,58) por hora y día. Si solo mantengo una, la que tenía desde hace tiempo, menos activa, sería un correo cada cinco o seis horas, sin duda insuficiente (por eso me suscribí a una más). A medida que el tiempo avanza se hace necesario reforzar los recursos respiratorios…
La Fotografía: Si consiguiera entrar en razón y quitarme de encima la improductiva estupidez de vivir a ratos conectado a la engañosa pantalla (no soluciona nada), conseguiría ahondar en mi alma de asceta porque ya no tendría noticias del mundo exterior y entonces vagaría por carreteras perdidas (David Lynch, 1997, en la noche). Entonces podría tirar el teléfono porque en el vacío absoluto seguro que no hay ni señal.