LOS DÍAS 34
“La política es, pues, una ética. El hombre de Estado sirve al Estado y no se sirve de él: tiene el sentido del interés general y del bien público; aparca su vida personal y dedica su existencia a esa tarea, que lo ocupa por entero. ¿Cuál es la más alta virtud social? La justicia. Pero esta no posee, esta no consiste en dar lo mismo a todo el mundo, sino a cada uno lo que le pertenece. Es cumplir los contratos firmados. De ahí la importancia de la palabra dada, del compromiso y del honor. La justicia protege a la comunidad, esta es su primera función… La justicia es, pues, respetar al prójimo; la injusticia sería la prevalencia de uno mismo a pesar del prójimo, sino del prójimo y hasta en contra del prójimo. El altruismo es virtud y justicia; el egoísmo, vicio e injusticia”. Michel Onfray
Lunes, veintidós de diciembre de dos mil veinticinco
Hoy tocaba otra entrada, pero, al levantarme (he pasado una noche infernal, no había modo de dormirme), me he encontrado con la noticia de que ayer hubo elecciones en Extremadura, y me he asustado un poco por la información de titulares, aunque no demasiado por previsible.
Los vecinos de Extremadura, al oeste, han votado multitudinariamente: 136.016 personas, a un partido (así dicen llamarse, aunque en realidad sean una banda de malhechores a todas horas, de noche y de día).
El 25,72% (dos grandes estadios de fútbol llenos a rebosar) han expresado que la extrema corrupción no les importa, es más, les gusta tanto que se han desplazado a un colegio electoral a depositar un voto para una organización delictiva porque eso les encanta, les pone a cien: “el masoquismo es la excitación sexual producida por el sufrimiento propio, bien sea por dolor físico, bien por humillación o malos tratos”. (Google).
La agrupación de malhechores a la que me refiero, con total impunidad porque tienen licencia para delinquir (paradojas de la democracia) vulneran e incumplen el contrato social al que se deben: cumplir con el compromiso de integridad, lealtad y honestidad hacia quienes se deben: los ciudadanos que los han elegido. Cometen la más nefanda de las traiciones.
Algo había oído sobre la convocatoria, y me había dicho, pues que bien, por fin los malos serán borrados del mapa democrático, porque los vecinos seguro que han dado cuenta de la monumental estafa (hasta el candidato está procesado); pero que va, porque nada menos que 136.016 personas les parece bien semejante afrenta.
Cada vez que hay elecciones, sea en el ámbito que sea, es un día triste porque se renueva y confirma la farsa que supone que llegue el relevo de otros que harán lo mismo que los anteriores. El sistema los protege con nuestra aquiescencia.
A partir de este hecho tan desolador, solo puedo dudar de la capacidad del sistema de representación a través del sufragio universal. “La democracia sustituye el nombramiento hecho por una minoría corrompida, por la elección hecha merced a una mayoría incompetente”. George Bernard Shaw
La improbable solución pasaría porque a los que se les “pille” y condene en acto de corrupción y estafa se les sometiera a ejemplares castigos en las plazas públicas, espacios a los que tanto les gusta acudir para ser aplaudidos, por lo que justo seria que en esos mismos escenarios fueran castigados si traicionan la confianza: que los estafados, sus conciudadanos, pudiéramos como mínimo humillarlos, ofenderlos y escupirlos. Eso no sería, ni de lejos, peor que lo que ellos nos hacen.
Mientras que no se legisle en esa dirección jamás votaré. Y no, yo no soy ni fascista, ni revolucionario, ni de un bando ni de otro, simplemente, me toca mucho las narices pasar por escarnecido.
«…la gente que cree en la política /es como la gente que cree en dios:/sorben aire con pajitas…». Charles Bukowski
Los políticos nunca revisarán o rectificarán (otra de las condiciones básicas para que una democracia se mantenga saneada), se conceden inmunidad a sí mismos. Aquí, por desgracia, nunca saldremos del bucle infernal si recurrimos a los bandos partidistas, hagan lo que hagan.
“Ser de izquierda, como ser de derecha es una de las infinitas maneras que el ser humano puede elegir para ser un imbécil. Ambas, en efecto, son formas de la hemiplejia moral”. Ortega y Gasset.
La Fotografía: Obra de arte, de Samuel Salcedo, fotografiada en la última edición de Estampa, y que me sirve maravillosamente como metáfora de los ciudadanos que votan a los estafadores: ennegrecidos, humillados y arrumbados en un rincón, esperando a ser llamados otra vez a las urnas, y así eternamente.