24 DICIEMBRE 2025

© 2025 pepe fuentes
Autor
pepe fuentes
Año
2025
Localizacion
PELÍCULA: El extranjero. Luchino Visconti (1967)
Soporte de imagen
-DIGITAL 12.800
Fecha de diario
2025-12-24
Referencia
11324

COLECCIÓN DE MISCELÁNEAS 103
“…pensé que, al fin y al cabo, era un domingo más, que mamá estaba ahora enterrada, que iba a volver a mi trabajo y que después de todo, nada había cambiado…”. Meursault (protagonista de El extranjero, interpretado por Marcello Mastroianni, en una actuación insuperable)
Domingo, veintiuno de diciembre de dos mil veinticinco

Hoy, a lo largo de todo el día, me estoy sintiendo gravemente afectado por una reflexión recurrente, que tiene que ver con una dramaturgia oscura en cuanto a la movilización de pensamientos marcados por un cierto fatalismo exangüe.
Todo empezó en la tarde noche del sábado y ha continuado el domingo por la mañana, cuando he llamado a mi amigo Ángel para preguntarle cómo había ido la boda de su hija, el sábado por la tarde, y me ha informado que estaba al pie de la cama de su madre (nonagenaria) porque estaba muriéndose. Me ha colmado de tristeza esa noticia por mi amigo y su sufrimiento.
Pero, la nebulosa de pensamientos tristes ya los traía desde la noche del sábado porque vi El extranjero, de Luchino Visconti (1967), a partir de la novela de Albert Camus, que no recordaba haber visto. Me sobrecogió.
En esa línea argumental, el de las muertes penosas por absurdas, en mi paseo de hoy he terminado la novela de Guillermo Arriaga, Un dulce olor a muerte, impresionante, como todas las suyas, pero esta vez con un perturbador y desolador desenlace, que tanto se parecía a El extranjero, y ambas en el intervalo de tan solo unas horas.
La película de Visconti es de una belleza formal conmovedora, áspera e inclemente, que se me antoja como una fidelísima interpretación y puesta en escena del espíritu de la obra original, clásica e inolvidable.
Muchos de los análisis de la novela, desde su publicación hasta ahora, incluidas adaptaciones cinematográficas, inciden en el carácter apático y angustiado existencialmente del personaje, o incluso nihilista. Tildado de perturbado, no lo es, simplemente tiene una radical incapacidad para adaptarse a lo conveniente que no se ajuste a sus convicciones y sentimientos más propios. Probablemente, en ese único sentido podría considerarse nihilista ya que, no ofrece margen para Meursault para la simulación hipócrita. Sí todos fuéramos él, la vida social podría hacerse invivible. Eso me cautiva del personaje.
Para mí, su supuesto nihilismo no es tal porque esencialmente se sustenta en su ateísmo, que evidentemente, no es suficiente. Hay tantos ateos y tan pocos nihilistas, que no se puede considerar seriamente esa posibilidad.
Si nos empeñamos, habría que considerar a Meursault como un nihilista por despreocupado e intensamente coherente. En todo caso, sería un nihilista positivo y vitalista: niega todo dogma para dar vía libre a opciones infinitas no determinadas. Cuando camina alegremente por una playa junto a su novia, después de haberse bañado y besado ambos, su novia le pregunta ¿quieres casarte conmigo? Él contesta: sí, casémonos. Ella, añade: ¿me quieres? Y él, otra vez sin titubeos, dice, No. Era la verdad. Opta por lo positivo, que en ese momento es casarse; y no por lo negativo, que era el desamor, aunque sienta una fuerte atracción por ella. Ambos protagonistas, El gitano, de la novela de Guillermo Arriaga y Meursault, de El extranjero, mueren estúpidamente, y en ambos casos, víctimas propiciatorias de una naturaleza humana perversa e irredimible, condenada a las bajas y estúpidas pasiones. Es eso nihilismo, tal vez sí, pero del género humano todo.
Yo mismo, a lo largo de la película, me identifiqué con el protagonista, en muchas de sus reacciones.
La Fotografía: Meursault, en el calabozo de la comisaría. Acaba de ser detenido y no acierta a entender como ha podido suceder porque ni siquiera es consciente de lo que acaba de hacer: matar a un hombre, fría e impremeditadamente. Puro automatismo subconsciente, o por efecto del sol, como confesó. “El protagonista, el señor Meursault, jamás se manifestará contra su ajusticiamiento ni mostrará sentimiento alguno de injusticia, arrepentimiento o lástima”. (Wikipedia)

Pepe Fuentes ·