“De tan juntos que estaban sus gigantescos sillares, no cabía ni la punta de un cuchillo entre ellos...”. José Ángel Mañas
PEQUEÑO VIAJE A LAS TIERRAS DEL INCA.
Capítulo uno: Cuzco (Perú), cuatro de febrero, lunes
XIX
“De tan juntos que estaban sus gigantescos sillares, no cabía ni la punta de un cuchillo entre ellos…”. José Ángel Mañas
Por la tarde, continuamos paseando y haciendo algo de toma en calles en las que quedaban restos de mampostería incaica de aspecto impresionante e intricado encaje de formas que los convertía en absolutas composiciones creativas de prodigiosa realización. Fotografié con ganas en distintos lugares. Al anochecer volvimos al hostal. Me sentía físicamente muy cansado y con dolor de cabeza que supuse que era motivado por el soroche. Incluso me pareció que tenía algo de fiebre. Las perspectivas de la noche no eran muy halagüeñas ya que, dado que nos habían cancelado un vuelo que nos habría llevado de Cuzco a La Paz, tuvimos que recurrir a viajar en autobús cama. La previsible y tortuosa distancia era de algo más de quinientos kilómetros y tardaríamos cerca de quince horas en llegar a Copacabana. Salimos de Cuzco a las diez de la noche…
COROLARIO. No me resulta fácil encontrar motivos fotográficos en las ciudades. Casi todas las imágenes posibles son formas urbanas “civilizadas”, intervenidas por los administradores municipales, sin margen para la sorpresa o el misterio. Quizá, un campo de exploración posible sean las paradojas, o un cierto sentido del humor por parte de los ciudadanos. No es frecuente lo extraordinario y Cuzco no fue una excepción, al menos en el día que dedicamos a callejear.