"El hombre es la medida de todas las cosas". Protágoras
TRIPTICO DE CONSTANTINO III. Al menos, por medio de otra ley, declaró festivo el domingo (gracias a él todavía es un día para levantarse tarde). Su gran mano resultaba fascinante, allí, junto a la pared, sola, enorme, y arrancada de su gigantesco cuerpo.
TRIPTICO DE CONSTANTINO II. Los grandes ojos abiertos y de una fijeza inquietante, así como su amplia y característica barbilla, son una constante en la iconografía de Constantino. Promulgó leyes extravagantes e injustas como ésta: los padres que permitieran que sus hijas fueran seducidas serían quemados introduciéndoles plomo fundido en la garganta. Me pregunto cómo podía demostrarse semejante hecho y por qué castigarlo de forma tan atroz.
TRIPTICO DE CONSTANTINO I: Constantino I el Grande. Naissus, 27 de febrero de 272- Ancycrona 22 de mayo de 337. Reunificó el imperio y se convirtió al catolicismo, aunque eso no evitó que asesinara a su cuñado, Licinio, su hijo Crispus, y su segunda esposa Fausta, entre otros.
UNA ÚLTIMA VUELTA POR ROMA: «Dicen que aquí, en Roma, también hubo cultura una vez. Eran cultos incluso los que no sabían leer ni escribir y pasaban el tiempo en el mercado comiendo pipas de calabaza…Iban sucios, pero se metían en los baños públicos y allí discutían de lo que era bello y lo que era correcto. » Sándor Márai
Hay tanta belleza detrás de las esquinas, en los arcos que suben al cielo; en la luz que baja a la tierra; en el agua que parte la ciudad en dos…. éste último párrafo no sé quién lo ha escrito, estaba entre mis borradores y las notas que tomo y no sé si es mío o de algún autor, aunque no he encontrado de quién pueda ser. Quizá es mío y me gustaría mucho que fuera así.
¡Oh qué feliz me siento en Roma! Goethe
BERLÍN (del cuatro al nueve de agosto de dos mil quince). Foto 2.
«Eres un alma diminuta que lleva un cadáver. Como decía Epicteto». Marco Aurelio. Nada más llegar a Berlín nos dimos de bruces con alguna de nuestras torpezas habituales de provincianos españoles. Las superamos, cómo no. Berlín aparecerá en este diario cada uno de los días de Septiembre, pero No será una crónica de viaje ¡¡¡son tan aburridas!!! Exactamente tan tediosas como el hecho de viajar. Hay que cansarse tanto para no penetrar verdaderamente en nada. También dijo Epicteto: «…Pues del mismo modo en que el material del carpintero es la madera, y el del escultor, bronce, el objeto del arte de vivir es la propia vida de cada cual». Claro, por esa misma razón, los materiales propios del que fotografía con pretensiones (yo, por ejemplo) pueden ser -ciudades y mirada, entre otros-, que no son mi propia vida, sino otra cosa, un pretexto, por ejemplo, un maldito pretexto para disimular la pequeñez del alma…
BERLÍN (del cuatro al nueve de agosto de dos mil quince). Foto 6.
«Acusar a los demás de los infortunios propios es un signo de falta de educación. Acusarse a uno mismo, demuestra que la educación ha comenzado.» Epicteto. Ni siquiera se puede echar la culpa de nada a la Eternidad, a pesar de que el pensamiento de Marco Aurelio me merezca tanto crédito. Al parecer, y siempre según Epicteto (a ver si va a resultar que soy un jodido y sobrio estoico sin saberlo), llevo ya algunos años educándome porque suelo echarme la culpa de todo; y eso que no había leído a Epicteto, así que ha debido ser por instinto. El problema es que tan responsable y coherente actitud no me hace gracia, ni siquiera un poquito…