"Gracias al sueño, la muerte ya no tiene un sentido oscuro y el sentido de la vida resulta indiferente". Revolución surrealista
TRIPTICO DE OCURRENCIAS DESORDENADAS. A mi abuelo paterno se le paró su cuerpo un 31 de Agosto: le dijo a mi abuelo que ya no podía continuar. A mi padre, su hijo, le pasó lo mismo un 3 de septiembre y a mi padre, aunque lo esperaba desde hacía unos días, la decisión de su cuerpo le sorprendió pensando en otra cosa. Yo he superado el 6 de septiembre, que es cuando me tocaría, porque creo en un cierto fatalismo (mi madre y su madre murieron el mismo día, aunque de años diferentes). Pero no, no soy supersticioso, sólo me gustan las coincidencias que parecen venir determinadas por el misterio. Aunque todavía no sé el año en que me tocará, siguiendo esta estúpida reflexión, deduzco que todavía tengo, como mínimo, casi un año por delante. A los Fuentes de la tumba, parece que no les fue mal en la vida, al menos accedieron a pudrirse en el consuelo de una iglesia. No sé quienes fueron; en realidad no sé quién fue nadie más allá de mis abuelos. No, no hice esta fotografía por el hecho de que unos posibles antepasados estuvieran enterrados allí, sino por cuestiones muy distintas que resultaría excesivamente largo contar, aunque hay tiempo para ello (al menos casi un año, espero). Sólo diré (por el momento) que cuando hice esta fotografía todavía pensaba poco en la muerte y mucho en mi desorientación, la de siempre, aunque poco a poco fuera sustituyéndola por indiferencia. En esos días estaba a punto de iniciar una nueva etapa en mi vida, que mejoró sensiblemente algunas cosas. En cuanto a la fotografía en si, sólo mencionaré una curiosidad técnica: el umbral de luz era muy bajo, coloqué la cámara sobre el trípode, abrí el obturador y me dediqué a iluminar con destellos de flash que fui repartiendo alrededor del muñeco, al que llamaban «bolo feo».
EPILOGO. Se trataba de organizar, a lo largo de 3 ó 4 días, actos, representaciones y conciertos bajo el título de «fiesta de la primavera«, en la que los malos, los rigores y oscuridades del invierno, eran derrotados por la luz y la alegría primaveral. Mi amigo apenas si tuvo éxito, aunque lo hizo muy bien. La razón pudo estar en que los efectos lúdico-primaverales sobre una ciudad invernal y adormecida en la niebla, son inapreciables. Así de entusiasta era mi amigo entonces y yo, bastante más incrédulo, le acompañaba y observaba el empeño, porque a mí la militancia me provocaba ahogos y reacciones físicas y espirituales indeseables.
La creatividad tiene que ver con lo que no es, no con lo que ya es.
Hugo Múgica
Los escritores necesitan conocer el rostro de sus lectores.
Sándor Márai.
Esta frase me la encontré el otro día en Tierra, Tierra, segunda parte de su magnífica autobiografía. Con mi sana y razonable inclinación a engañarme un poquito (desde la lucidez absoluta no hay quien pueda con el peso del mundo), pensaba que sólo hago este diario para dar expresión y luz a mi «considerable capacidad creativa«; es más, que no necesito que nadie vea y lea lo que hago. Si me paro a pensar un solo segundo en ello, no tengo más remedio que reconocer que es una soberana estupidez y que no, que lo hago para ocho o diez personas que sí conozco y que sé que siguen este diario: Naty, Gabriel, Jackie, Manolo, Harumi, Toti, Jennifer … y algunas otras que también conozco aunque no estoy completamente seguro de su fidelidad. No son muchos, aunque también hay otros visitantes diarios que no conozco. Si vosotros, los que conozco, lo abandonaseis, yo también lo haría, porque sería un mecanismo inútil que no serviría para nada ni a nadie que yo pueda sentir. Al crearlo pienso en vosotros porque sé que así nos comunicamos, aunque no nos veamos. Así de sencillo y frágil es el equilibrio de algunos humanos y yo pertenezco a esa clase.
EL CUENTECITO DEL OCHO DE SEPTIEMBRE VI. En toda esta historia también se daba una circunstancia graciosa que me atañe de un modo personal y es la siguiente: en los años setenta yo era trabajador de una sucursal bancaria, ubicada en un edificio muy viejo de la plaza principal de la ciudad. La entidad decidió construir un nuevo edificio y para ello nos trasladaron provisionalmente durante dos años, aproximadamente, donde me encontraba fotografiando en esta mañana. Ya nada reconocible quedaba de aquella época (han pasado cuarenta años), salvo la escalera y la puerta de acceso que sigue siendo la misma pero de la que han desaparecido las dos tallas clásicas que la flanqueaban (supongo que de escayola). Lo sentí y, para intentar recrear tan característica estampa, me hice esta foto tan artística. Un supuestamente ocurrente modo de jugar con el tiempo: de diligente empleadillo que traspasó esta puerta todos los días durante más de un año, a escultura decorativa, y todo en el mismo sitio, solo que con cuarenta años de distancia. Puede que yo tenga una falla de tamaño geológico en mi cabeza, pero es lo que nos suele suceder a los marginales, con carro de supermercado o sin él; pero sí con perrito…
DESDE AFUERA las sensaciones son muy distintas a las de dentro: en la distancia podría excitarme, si no la conociera. Aunque todo este lamentable lamento sea un problema de impotencia, porque Jose María expresa sus sensaciones con imágenes potentes, desde fuera y desde dentro. Hace muchos años (26) se adentró por la ciudad de noche (en aquel momento colaborábamos en el mismo proyecto), y creó unas imágenes que utilizó para un diaporama (lo proyectó en la inauguración) y que le salió crudo, expresionista, nada fácil. En su caso hay relación viva, antes y ahora.
«El acto fotográfico implica no solo un gesto de corte en la continuidad de lo real, sino también la idea de un pasaje, de una transposición irreductible» Philippe Dubois