"La búsqueda de algo perdido es, sin duda, el origen de la memoria". María Zambrano
¿Hubo acaso un tiempo previo a la Historia donde había cabida para el despilfarro de la intensidad, donde no era preciso preguntarse si la inteligencia es la sofisticación tormentosa de la imbecilidad ? Héctor Subirats
Las clavaron en la tierra. Fue la forma más natural y noble de colocarlas: respetuosas, sólidas y firmes; mirando hacia arriba, erguidas y decididas. Así dialogaron con lo desconocido y así simbolizaron cómo se veían a sí mismos y lo que esperaban de los callados dioses. La piedra es, sin duda, la menos elocuente, pero por supuesto la más identificable de las formas de la eternidad. Edmond Jabes
La piedra fue anterior a todo, a todo lo que vino después y que ellas ayudaron a construir. Sin ellas el hombre habría sido más vulnerable y quizá no habría llegado a este momento. Cuando decidieron colocarlas solas, sin aparente utilidad, estaban afirmando su sitio en la tierra; se sustentaban sobre ellas con sólo mirarlas, en la oscuridad del tiempo desconocido. Luego, aprendieron a cobijarse y a descansar eternamente bajo ellas. «Sobre ellas se izan nuestros edificios, estallan nuestras tormentas». Edmond Jabes
El otro día tuve un sueño inesperado, (como todos), sin duda inducido por la tormenta de nazionalsocialismo (pueblerino) que azota el país donde nací y vivo. Es un asunto que, sin importarme demasiado, no deja de causarme cierta perplejidad después de que hace sólo sesenta años se viviera la tragedia hitleriana. Bien, a lo que iba, la pesadilla se me presentó con un hiperrealismo iconográfico estremecedor: se trataba de la presentación del gobierno de la nueva república independiente de La Mancha (los de Guadalajara se habían constituido en república alcarreña), presidida por José Bono, con Pedro Almodóvar de ministro de cultura garbancero-manchega, y todos bajo una gran bandera. Un escalofrío me recorrió la espalda y el cuerpo comenzó a temblar de pánico. No, no era posible que nos viéramos inmersos en un guión de telenovela barata; hacernos mundialmente famosos por nuestras «esencias» kitsch, horteras, casposas, grasientas y gordezuelas, gracias a nuestros insignes y oníricos gobernantes (por cierto, ambos habían llegado al poder invocando vírgenes todo el día). Cuando empecé a recuperar la conciencia grité vámonos! vámonos! -dónde?, me preguntó Naty. -A Surinam, a Surinam, contesté- Al rato, un poco más calmado, me dije: no, eso no puede pasar; no nos lo merecemos y además nosotros no somos así, eso queda para las gentes menos evolucionadas de este país.
Esta fotografía, y otras muy parecidas, que aparentemente nada tienen que ver con la historia que acabo de contar, aparecerán en el diario cada vez que hable de la peste nazionalista que nos abruma, porque, estos menhires, (contradictoriamente bellos, por otra parte) son una metáfora perfecta para ilustrar asentamientos mentales protohistóricos.