"Las cosas que le ocurren a un hombre le ocurre a todos". Jorge Luis Borges.
Manuel, escultor y hombre de teatro. En aquélla época fue un amigo importante. Luego, con el paso del tiempo, nos perdimos. El tiempo que nos dedicábamos decidimos emplearlo en otras cosas. Algo debió cansarnos pero no me acuerdo qué. No sé dónde estará y que otras fábulas y formas estará inventando.
Mateo. Romería del Rocío. Resultó ser un personaje peculiar; durante dos días formamos parte de una comitiva espontánea y algo estrambótica.
A este conocido le fotografié en un momento en el que me propuse hacer retratos; como ahora. Se llama Carlos y no tengo ni idea de lo que ha sido de su vida y qué cosas le importan hoy; hace muchos años que no le veo. Entonces, le gustaba el campo, la agricultura y su caballo. Trabajábamos en la misma empresa y a ninguno de los dos nos interesaba la dichosa tarea que teníamos: yo quería ser artista y él agricultor. Creo que ninguno lo logramos del todo, pero lo intentábamos: yo fotografiaba en mis ratos libres y el araba con su tractor. Qué fatal incoherencia.
Un hombre poseído por su trabajo de hierro y fuego, creo. Ahora no estoy seguro de que fuera así, también podría ser al revés.
MANOLO. En aquel tiempo: éramos como niños; jugábamos a ser «artistas» autodidactas. Siempre fuimos autosuficientes y, quizá por eso, humildes en nuestros propósitos pero felices aprendiendo y experimentando ingenuamente. Nos veíamos con frecuencia, hacíamos trabajo de campo y nos respetábamos mucho. Desde el principio nuestra relación fue estrictamente ocupacional: nuestras respectivas vidas privadas sólo eran telones de fondo que servían para enmarcarnos pero que no daban lugar ni a convivencias ni confidencias. Luego: igual. Nuestra relación era tremendamente estable, sin paréntesis ni excesos. Puntualmente hemos colaborado. En demasiadas ocasiones le he pedido ayuda para llevar a cabo mis inútiles proyectos: exposiciones y en todas las audiovisuales que he realizado (la última el año pasado). Siempre me ha ayudado con entusiasmo. Ahora: pues igual, sigue siendo mi querido y entrañable amigo Manolo; no nos inmiscuiremos demasiado el uno en la vida del otro, pero nos ayudaremos siempre que sea preciso y estoy seguro que mantendremos una relación respetuosa, estable, confiada y cariñosa. (Diseña los carteles de las exposiciones de esta web)
Algunas veces iba acompañado, en este caso por mi gran amigo de aquella época, Luís. Con él intercambiaba sombras: se parecían mucho las suyas y las mías, con lo cual no adelantábamos gran cosa; ambos cargábamos con las propias y con las del otro. Menudo negocio hacíamos mi amigo Luís y yo! Casi nunca restábamos pesadumbres, sólo las compartíamos y parecía que pesaban algo menos. Entre otras cosas intentábamos ligar, pero por nuestras manías no conseguíamos que nos salieran bien las cosas. En aquella época no llegábamos a entender bien los mecanismos y técnicas de la seducción; después, no sabría calificar la evolución del problema, al menos en mi caso, y él se ha casado, así que…