Crisis de fe: en mis orígenes fotográficos ya apareció el vacío como ineludible motivo y sentido último de los haluros de plata…
…Sigo recordando: surgió de forma natural y necesaria que nos siguiéramos viendo para así ayudarnos a conocer todo aquello de lo que apenas teníamos idea, pero que sentíamos como algo tremendamente importante. Quedábamos con frecuencia para positivar juntos, ver trabajar a algún fotógrafo con más experiencia que nosotros (José María Moreno, por ejemplo), visitar exposiciones, hablar mucho de fotografía, ir juntos a fotografiar y enseñarnos lo que habíamos hecho: tú llegabas a casa con tu carpeta, me enseñabas tus copias y yo las celebraba encantado; luego me tocaba a mí y tu hacías lo mismo. Pasamos algunos años así. Me ayudabas mucho en todas las tonterías que se me ocurrían, como por ejemplo en esta fotografía…
NO SABIA DE LA EXISTENCIA DE UN TAL CARLOS PAZOS: ahora ya sé y además que el tal Pazos es un artista. Hace poco me tropecé con una entrevista que le hicieron con motivo de una exposición retrospectiva (todas lo son) en el Macba de Valencia. Después de leerla con sumo interés supe un poquito de él y me gustó bastante lo que decía. No conozco ni la textura ni las formas de lo que hace, pero eso ahora me da igual. Por qué me ha gustado tanto Pazos? porque cuando le preguntan por sus collages, dice: «Para mí es la máxima expresión de la libertad. Cortar y pegar. No necesito inventar. Eso, inventar, nos llevaría al artista Dios y es algo que detesto como buen ateo. Lo tienes ya todo ahí. El collage es el lenguaje. No entiendo otro arte que no sea collage, porque lo es la vida.» Eso es justamente a lo que me dedico yo: cortar y pegar. Encuadro y fotografío lo que me encuentro y lo pego aquí, junto a un texto que también pego. Sencillo, no? Cortar y pegar, como Pazos.
Estoy solo en esta plataforma sonora de equívoco balanceo que es mi armonía. Bretón-Soupault
Cuando leía estas cosas que me gustaban (y me gustan) tanto, se me ocurrían fotografías como ésta (tan antigua ya). Ahora siento que me apetece mucho volver sobre aquellas imágenes. No sé si haré cosas parecidas o si no las haré nunca más. No lo sé; sólo sé que me gustan mucho, pero se necesita mucha energía para hacer algo así.
ALMAS PARECIDAS Y TALENTOS DISTANTES II.
«Al principio fue muy divertido. Dejó de serlo cuando averigüé la diferencia entre escribir bien y escribir mal; y luego hice otro descubrimiento más alarmante todavía: la diferencia entre escribir bien y el arte verdadero; es sutil pero brutal». Truman Capote
Al principio fue muy divertido. Dejó de serlo cuando averigüé la diferencia entre fotografiar bien y fotografiar mal; y luego hice otro descubrimiento más alarmante todavía: la diferencia entre fotografiar bien y el arte verdadero; es sutil pero brutal.
El “fotógrafo” me informa que esta serie se titula –Encuentros fortuitos-. Vale, -le contesto-. Automáticamente la cabeza se me va a una cita que recuerdo de memoria: “Bello es el encuentro fortuito sobre una mesa de operaciones, de una máquina de coser y de un paraguas”. Conde de Lautreamont. Me ha costado mucho encontrar, en el incorregible desorden de mi exigua biblioteca, una vieja edición de Los Cantos de Maldoror. He de decir que no he leído ese libro y que me gustaría hacerlo cuanto antes, pero sé que probablemente no lo haga nunca. En el prólogo de esa edición, Ramón Gómez de la Serna, habla de cuestiones tan importantes como “debemos ser cotidianos y perfeccionar la adaptación a la vida sin perder ese sentido de la inadaptación”…“Sólo alcanzando esta gran capacidad blasfematoria podremos ser los seres sensatos y sin pusilanimidad, que debemos ser”. Se refiere a Isidore Ducasse, naturalmente. También: “La crueldad de Lautremont es la crueldad distinguida”. “Si quisiéramos excitarnos de nosotros mismos hasta ese punto, conseguiríamos decir las mismas verdades, las verdades que hay que callar, las verdades que hay que convertir en mentiras”. De esta lectura azarosa y rápida, me llama poderosamente la atención la frase: -las verdades que hay que convertir en mentiras-, y viceversa, añadiría. Creo que esa idea tiene una extraña y arriesgada (también consoladora) conexión con lo que dijo anteayer el “fotógrafo”, sobre la manera que tiene de relacionar su vida con el mundo, con los demás y consigo mismo. Mentiras que son verdades y viceversa. Creo que él mentía de forma verdadera (y viceversa). No sé, tendré que pensar un poco más en todo esto, porque es tan incierto e imprevisible (o todo lo contrario) como las fotografías de esta serie.