"AMISTAD. La primera celebración y el último refugio". Rafael Argullol
…porque con algunos de ellos establecerán estrechos vínculos y serán su COMPAÑÍA más íntima. Sin estas circunstanciales presencias, la desesperación no permitiría culminar el ciclo vital reservado a cada uno.
VOCES de Antonio Porchia:
* No me das nada. Porque cuando nada te pido, no me das nada.
* Sabes tanto de mí y no me comprendes. Saber no es comprender. podríamos saberlo todo y no comprender nada.
* Todo acercamiento es acercarse a un cuerpo, donde termina todo acercamiento.
* No me llevaré tu alma. Me basta saber que la tienes.
* Cuando me parece que escuchas mis palabras, me parecen tuyas mis palabras y escucho mis palabras.
* Estar en compañía no es estar con alguien, sino estar en alguien.
* Río porque ríen, no por lo que ríen.
* Uno es uno con otros; solo no es nadie.
* No me hables. Quiero estar contigo.
* Cuando no puedes hacerme reír o llorar, sólo puedes cansarme.
A VUELTAS CON Delphine de Vigan. Otra de las cuestiones que plantea la autora en su excelente novela (Basada en hechos reales), son las relaciones interpersonales, especialmente las de amistad. A medida que he ido cumpliendo años se han agudizado en mí, hasta niveles un tanto paranoicos, unas determinadas condiciones imprescindibles en mi relación con los demás como es el interés compartido, el equilibrio entre la escucha y la voz, la idea de intercambio sin perdedores, o, dicho de otro modo, que ambas partes ganen. Me exaspera tener la sensación de una lastimosa pérdida de tiempo cuando me relaciono con otras personas. Esto es debido, supongo, a la simple falta de sintonía. Nada más. «Me gusta hablar de cosas esenciales, emocionales, aún con amigos a los que no veo más que una o dos veces al año. Me gusta en el otro (y con frecuencia en las mujeres) esa capacidad de evocar lo íntimo sin por ello ser impúdico». Delphine de Vigan
Más sobre Michel Houellebecq: otra de las razones por las que me gusta es por su supuesto nihilismo, que de tan cacareado y aceptado por todo el mundo, resulta dudoso por excesivamente evidente. A propósito de su última novela, algún crítico (Ignacio Echevarría) ha dicho, «desde el punto de vista narrativo es una verdadera calamidad– (El mapa y el territorio)». Puedo estar de acuerdo en eso; aunque ésa probable y sólo aparente deficiencia, no resta un ápice de mi entusiasmo por su obra. Tampoco que pueda hacer «literatura magazine», valoración admisible (yo aspiro a lo mismo y quizá algún día lo consiga, modestamente, claro), y que su «nihilismo segregue una ideología conservadora y de naturaleza reaccionaria«. Claro, esa deber otra de las nobles razones por las que me gusta Houellebecq, sencillamente porque también me siento cada día más reaccionario. Debe ser una cuestión de edad, decepción y asco. Profundo.
Unos años después, él no quería ser (aunque tal vez sólo un poquito) y por lo tanto era. Fotografiaba mucho y lo hacía con sentido. Yo, a veces, miraba como trabajaba. En las mismas sesiones y con los mismos escenarios, tenía la sensación de que lo mío chirriaba un poco, mientras que su sencillez fotográfica se deslizaba suavemente. Una vez que había preparado su trabajo, que en muchas ocasiones habíamos hecho juntos, llegaba a mi casa con su carpeta, desplegaba sus copias y siempre me encantaba.