"A mí me ha llevado muchos años encontrar mi estilo. Muchos años". Antonio Lobo Antunes. Yo, sin embargo, lo traje como un bulto sospechoso en la espalda desde que nací…
…Sigo con Carlos Villasante, que tanto me iluminó cuando empecé a fotografiar, y al que estoy agradecido por muchas cosas, entre ellas la presentación que hizo a mi segunda exposición, que fue la misma que la primera con un mes de separación (sólo llevaba año y medio fotografiando). Corría mil novecientos setenta y nueve y en esa -presentación-elogio- decía cosas como: «…No obstante, y con necia dificultad afirmo que Pepe Fuentes es en cualquiera de los casos, su propio verdugo y su «condena». El riesgo y la aventura, la que precisamente le confiere el carácter de su pureza fotográfica, sin ambigüedades, y le acerca ineludiblemente a la vivencia fotográfica siguiendo el mismo sendero que le fue revelado como a los grandes maestros: Adams, Gibson, Weston, Plossu y otros pocos…» Cuando leí este y otros párrafos tuve que frotarme los ojos porque no pensé que estuviera hablando de mí. Luego consideré: –ah claro, es que se trata de un cumplido de un amigo y entonces todo vale-. Me quedé más tranquilo y muy feliz. Pero, no sólo porque hablara de lo que yo había hecho en poco tiempo, sino porque lo que decía era bello. Es genial, pensé. Casi había olvidado este texto, pero ahora, después de tanto tiempo, sospecho que, o bien Carlos era un visionario y ya sabía cuál sería mi quimera, o yo no he hecho otra cosa durante tantos años que intentar parecerme al fotógrafo del que hablaba Carlos. Y el último párrafo: «…A modo de sentencia es un honor advertirles que si en sus fotografías, cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia, NO ES PURA COINCIDENCIA. Así comenzaremos a entender que no todo es entendible y razonable tal como su «realidad», personal e intransferible como una amante; comunicable como la sarna». Carlos Villasante, Octubre, 1979.
Empecé a trabajar intuitivamente, dejándome llevar por la primera idea que se me ocurría. No quería decir absolutamente nada con las imágenes. Qué hablaran ellas, sólo ellas, y si no decían nada, mejor para todos. La fotografía empezaba a ser algo tremendamente divertido para mí. Esta es una de las pocas imágenes que me quedan de aquella primera época y exposición (sólo conservo diez o doce) las demás las he vendido y alguna regalado.
«Qué quisiste decir con esta novela? la respuesta sincera es -No quise decir nada-» Antonio Lobo Antunes
LA ELECCION I: mi elección: la fotografía; me acompaña y me crea un sitio en el tiempo.
…Las primeras fotografías que realicé, fueron una especie de recreaciones en pequeños escenarios, de apariencia o estilo más o menos surrealista, que junto con primeros planos de objetos o motivos de mi entorno natural, pero tratados de forma un tanto simbólica o metafórica, y además con un estilo personal muy marcado, me permitieron, sin pretenderlo, conseguir un estilo propio, que curiosamente abandoné después de dos años y una exposición. Creo que nunca he vuelto a fotografiar igual, salvo en algunos escasos momentos. Sencillamente me desinteresé por esa forma de hacer. Sin embargo, siempre tengo presente aquellas fotografías y siguen gustándome, más si cabe, que en el momento en el que las realicé. Acaricio la idea de volver a hacer fotografías parecidas; de hecho llevo algunos años ya deseándolo. Quizá es que todavía no es el momento, pero sin duda llegará. Sólo tengo que llegar al punto de juventud y frescura con el que las hice. Sólo es cuestión de tiempo y ganas, y con ambas cosas cuento, aunque no lo parezca…
…Después me fui a ver la exposición de Gilbert Garcin, autor francés al que llevo siguiendo desde hace mucho tiempo y que me encanta. Sus montajes son teatrales, sugestivos, enigmáticos, irónicos y divertidos. Los efectos visuales son de una gran originalidad y sentido del humor; todos ellos tienen una puesta en escena, tanto en la concepción como en el resultado fotográfico, fascinante. Pero claro, no estamos hablando de mero ejercicio fotográfico, o no sólo, sino que, una vez más, la fotografía presta sus recursos para resolver la puesta en escena de creaciones que parece que sean más propias de la pintura, por ejemplo. No creo que podamos hablar estrictamente de fotografía; aunque el tratamiento de iluminación y escenarios sí lo sean. Garcin se pliega a las reglas del juego fotográfico, pero luego hace lo que le da la real gana; y hace bien. Es respetuoso con el lenguaje, pero creo que él no piensa como un fotógrafo, sino como un creador de imágenes que también podrían sostenerse sobre otros soportes; incluso el escénico. Gilbert Garcin me recuerda cuando empecé a fotografiar; yo intentaba algo parecido a lo que él hace, con la diferencia de que mis montajes, aún buscando un cierto misterio y enigma, nunca llegaron a la brillantez de sus hallazgos. Quizá por eso me dirigí hacia otros territorios fotográficos y ahí sigo, insistiendo hasta el final del tiempo (del mío, naturalmente)…
…Otra conclusión o descubrimiento curioso y sorprendente para mí es que, durante gran parte de mi actividad fotográfica, me he dedicado a hacer fotografía más o menos conceptual, e incluso «performativa«, todo ello sin pretenderlo, claro. En el inicio de mi afición por hacer fotografías, y en otros momentos a lo largo del tiempo, pero especialmente en el último año, he repetido frecuentemente performances utilizando mi cuerpo, instalaciones, secuencias, metafóricas naturalezas muertas (muy muertas, diría) y cosas semejantes. Todo eso, al parecer, tiene una connotación conceptual según Will Gompertz. En todo caso, sería conceptualismo sin concepto; los conceptos me han resultado siempre extraños a la creación plástica o figurativa. Utilizo las palabras, sí, pero indirectamente y por otras razones. Mis imágenes y palabras se encuentran azarosamente un día, libres e independientes, y después pueden separarse para siempre. No nacen esclavas unas de otras, apenas nunca. Sí, porque no soy conceptualista ni mucho menos, al menos no me siento así, sino, a veces y durante un rato, solo –ocurrente-…