"El camino que lleva al prójimo es demasiado largo para mí". Franz Kafka
…»Yo declaro bajo juramento por la presente que en los años 1941 a 1943, durante mi permanencia en el cargo de Comandante del campo de concentración de Auschwitz, dos millones de judíos fueron condenados a muerte por gaseamiento y medio millón más por otros medios». Rudolf Höss. Aún quedaban dos años más de aniquilación sistemática y otros muchos campos donde las ejecuciones se sucedían con la misma fatal e inhumana irracionalidad.
Y todo el mundo decidió visitar el campo de exterminio de Auschwitz, el seis de agosto, miércoles. Allí fuimos muchos ese día: más de mil. La masa de visitantes nos paseamos por los campos del horror y, nosotros al menos, con un nudo en la garganta. Nunca en nuestra vida nos habíamos acercado a nada parecido. A pesar de la impresión sobrecogedora a la que nos sometimos durante cuatro horas, a la presión, al ahogo con el que contemplamos el escenario de la mayor aberración que unos enloquecidos seres hayan perpetrado sobre otros, agradecimos el haber visitado el Campo. Será para nosotros una experiencia imborrable. «Pero en el odio nazi no hay racionalidad: es un odio que no está en nosotros, está fuera del hombre, es un fruto venenoso nacido del tronco funesto del fascismo, pero está afuera y más allá del mismo fascismo». Primo Levi. No, no me siento con fuerza ni recursos para escribir sobre algo que apenas llego ni a imaginar ni comprender, y aún menos habiendo sido solo un mero y superficial turista durante unas horas. No, nadie como las víctimas que sobrevivieron puede tener tanta información, memoria del horror y autoridad moral para hablar de esa terrible experiencia; por eso me apropiaré de textos de Primo Levi, que soportó durante un año el confinamiento en Monowitz, un campo de trabajo a escasos kilómetros de Auschwitz y de Birkenau. Solo mostraré algunas de las fotografías que hice, pobres testimonios ante la magnitud del dolor que allí se desplegó durante años, y no diré más…
Me aproximé a la puerta de acceso a la exposición, pero intuitivamente me paré y observé a mi alrededor; volví a sacar la cámara porque sentí la necesidad imperiosa de fotografiar. Sin darme cuenta debí presentir su influjo cerca: «Bacon tiene un horror bergsoniano a lo estático. En consecuencia, ha tratado de acelerar el pulso de la pintura acercándola a las fuentes ópticas y psicológicas del movimiento y la acción en la vida« Sam Hunter. Claro, claro, ya sé; como decía el otro día, mis fotografías nada tienen que ver con su genialidad, pero sí comparto con él algunas cosas, como es una necesidad incesante de encontrar algún sentido a todo esto: «Yo creo que la vida no tiene sentido; pero nosotros le damos sentido durante nuestra existencia» Francis Bacon.
Después de fotografiar un rato en la puerta entré. Antonio Muñoz Molina, decía que fue a ver la exposición casi con la seguridad de que no iba a gustarle; yo, sin embargo, fui con la certeza de que me encantaría. Él reflexionaba que la obviedad de Bacon quedaba para intelectos poco trabajados todavía, para la juventud, por ejemplo. Sin embargo, a él como a mí (que sí me entusiasma Bacon, y me gustaría pensar que es porque aún me mantengo joven de espíritu), le impresionó: Estudio del cuerpo humano, de 1949, en el que un hombre desnudo, de espaldas, se adentra en un espacio oscuro y desconocido a través de unos cortinajes. Yo, nada más empezar a ver la exposición, me quedé paralizado frente a ese lienzo durante un buen rato. Uno de los aspectos que más me gusta de su obra es el arriesgado juego que mantiene siempre entre los que podrían considerarse estilos definidos…»es una especie de paseo en la cuerda floja entre lo que se llama pintura figurativa y abstracción. Sale directamente de la abstracción pero no tiene nada que ver con ella- Es un intento de llevar lo figurativo al sistema nervioso de forma más violenta y más incisiva. Francis Bacon
Uno de los aspectos que más me interesa de sus cuadros es el sentido tan convulsamente sugestivo de los escenarios donde se mueven sus criaturas: opresivos, cerrados, que limitan y condenan a sus figuras a debatirse en espacios sin salida, como trasfondo de la vida misma. Tampoco los horizontes, líneas vacías que diseccionan la nada, son más tranquilizadores. Es como si dijera, -fíjate en este hombre carnal y por lo tanto mortal que vive en mi cuadro; aparentemente representa su vida y por extensión la mía pero, ten cuidado, porque la línea divisoria entre lo que te muestro y lo que no, lo que hay detrás del horizonte vacío o en el cubículo lleno, también es cosa tuya, es la representación ineludible de la responsabilidad que tienes sobre tu vida y que te ofrezco para que la observes.- Precisamente son los espacios inquietantemente delimitados lo que fija mi mirada hechizada en sus cuadros. No es sólo lo que llena o muestra, sino lo que oculta en las geometrías cerradas o detrás de horizontes turbadores. Coincido con Muñoz Molina en la especial impresión que me causaron los hombres solos con trajes y gestos oscuros y fondos también oscurecidos y ominosos. También con su interpretación de animales: chimpancé, babuino, perros. Pintó animales, por supuesto, porque son muy importantes para el alma de los hombres. Muñoz Molina (con el coincido en muchas cosas, desde hace muchísimo tiempo ya) dice y yo suscribo sin reservas: «No hay que fiarse de Bacon: justo cuando uno está a punto de darlo por sabido salta con un zarpazo y uno descubre que sigue siendo vulnerable». Antonio Muñoz Molina
Aún más importantes son los OTROS, sus semejantes. Sin ellos la vida resultará invivible. Con ellos también; pero menos, …
VOCES de Antonio Porchia:
* Estás atado a ellos y no comprendes cómo, porque ellos no están atados a ti.
* Si me acerco a ellos conmigo, me acerco a ellos; y si me acerco a ellos con ellos, me alejo de ellos.
* Me creo igual a todos. Sin embargo, esto de creerme igual a todos, me diferencia de todos.
* Sí, están equivocados, porque no saben. Y si supieran…Nada. Ni estarían equivocados.
* Extraños, extraños, extraños, un infinito de extraños. Y yo, un extraño, solo.
* El mundo perdona tus defectos, no tus virtudes.
* Las veces que me comprendo un poco, comprendo menos a los demás.
* Quién ama a todos, ¿ama a alguien?
* Ellos también son como yo, me digo. Y así me defiendo de ellos. Y así me defiendo de mí.
* Comprendo que las personas normales son personas normales, lo que no comprendo es por qué huyo de las personas normales
ESCRITO EN MI DIARIO, HOY HACE 20 AÑOS.
El otro día satisfice un viejo deseo. Aún sigue revoloteando inquieto. Tengo que urdir una trampa para que se calle de una vez. Se llamaba M. y resultó sorpresiva y ligeramente distinta, con algunos perfiles parecidos a la inteligencia; solamente le faltaba algo para serlo completamente: no creerse más fuerte que yo. Aclaración: (ya estoy como ayer) siempre que incluyo un retazo de mi antiguo diario lo mantengo literal, sin más, tal y como fue escrito. Si duele peor para mi, pero la última frase no es que me duela es que es una soberana estupidez que no soporto ¡yo nunca he sido fuerte! y desde luego la tal M. que apenas si recuerdo, y si es la que creo, pasó sobre mi como una apisonadora.