Retratos: la perpetuación de la memoria…
…Hicimos varios viajes juntos: que recuerde ahora, a Lisboa, Almería, excursiones de fin de semana al campo, y en todos ellos tu compañía fue muy importante. Una de las actitudes que mantuviste hacia mí y que más te he agradecido siempre es que me cuidaste mucho en mis crisis, que a mediados de los ochenta fueron frecuentes: siempre te sentía próximo y atento y eso era muy valioso y muy importante para mí. Sin ti todo habría sido mucho peor, seguro. En esos momentos eras el amigo más cercano y con el que compartía mis más íntimas preocupaciones. A primeros de los noventa, cambiaron nuestras circunstancias, sobre todo porque ambos establecimos relaciones sentimentales estables; dejamos de practicar el permanente deambular por historias amorosas que no lo eran tanto. En mil novecientos noventa y siete te casaste con Emilia, la mujer que más tiempo había permanecido junto a ti en aquellos años tan movidos y cambiantes, y os hice algunas fotografías de boda. Hicisteis una fiesta especial en la que lo pasamos muy bien. Luego, hijos, esa experiencia tan tremendamente exigente. A partir de ahí nos perdimos de vista, porque claro, no es fácil acompasar los ritmos cuando hacíamos cosas muy distintas: tú cuidabas bebés y mi hijo Gabriel ya era universitario. Así empezamos a perdernos un poco hasta que hemos llegado a vernos sólo dos o tres veces en diez años. Ahora, entre otras cosas, te dedicas a psicoanalizar pacientes en tu consulta, y seguro que lo haces brillantemente porque la vocación siempre la tuviste; de eso doy fe. A mi me oíste mucho, aunque como amigo, pero con indudables habilidades en esos trances…
…Más sobre copiado: por el momento creo haber terminado el Gran Mural, al menos en lo que se refiere al copiado ¡¡¡Cuánto trabajo me ha dado!!! Pero el propósito no está terminado porque ahora tengo que tomar decisiones en cuanto al montaje. Como vengo diciendo, el número total de retratos sería de ochenta y cuatro (cuarenta y dos hombres y las mismas mujeres), pero resulta que tengo cincuenta hombres y cuarenta y cinco mujeres. Esta circunstancia me lleva a preguntarme: por qué no aprovechar al máximo las imágenes que tienes dado que no volverás sobre un asunto parecido? Me contesto afirmativamente pero supondría incluir más hombres que mujeres y eso, en principio, no tiene mucho sentido. El problema: me faltan tres mujeres a las que fotografiar para igualar a cuarenta y ocho que me daría el bonito título de «El Gran Mural de los Noventa y Seis»; pero las mujeres ya no me quieren (hasta ahora siempre lo habían hecho y todos éramos felices). En fin, estoy hecho un lío…
Bob Hughes, feliz día…..y año.
EL PESO DEL MUNDO. Representación -FOTO-LITERARIA-
Ficha técnica:
Textos: selección extraída de la obra: -El peso del mundo- (1979). Siete citas y una imagen por día (hombres y mujeres en rigurosa alternancia).
Fotografías: pertenecientes al capítulo Retratos, y a la serie -El peso del mundo-; todas ellos realizadas en -La habitación de retratar–
Extensión: veintidós escenas y un epílogo.
Introducción y génesis de esta performance virtual: días, 1, 2, 3 de Marzo, de este diario.
Aclaración: he recurrido a retratos para ilustrar los textos (o viceversa) porque ambos se entienden mejor juntos. La escritura de Handke es muy física e inmediata; da la impresión que escribe desde su lado más espontáneo y visceral. Las fotografías también son así, buscan la carnalidad de los fotografiados. No obstante, los textos no aluden a rasgos personales de los fotografiados (que yo sepa), y, además, nada más lejos de mi intención que establecer esa equívoca y quizá perversa relación. Aunque en algunos casos puede que sea así, pero eso no se sabrá nunca; salvo, quizá, los fotografiados (que ni siquiera lo verán, seguro). Serán secretos nunca desvelados. La confluencia de ambas expresiones sólo es un juego inherente al mero hecho de vivir en el mundo.
ESCENA XXI
-Mirando a una mujer pensé que si yo fuera guapo me sentiría a salvo para siempre-
-Me realizo cuando consigo ser lacónico-
-Enamorado de la melancolía ajena-
-Cuando alguien me pregunta quién soy, le enseño el pasaporte-
-Estaba entre las gentes del café con la cara sombría, como si fuera uno de los camareros-
-El tiempo que paso en compañía de gran parte de la gente, lo siento tan carente y devorador de sentimientos como las horas de oficina-
-Tener en la tristeza enormes ganas de ir bien vestido-
OLGA Y ALESSANDRO. En ocasiones, quizá demasiadas, me gustaban las chicas que estaban emparejadas con otros. Esa circunstancia no evitaba que procurara la posibilidad de un encuentro amoroso o sexual. Eso sí, era respetuoso y me mostraba más prudente y sutil de lo que ya era normalmente (léase sutileza como variante de falta de decisión). Lo cierto es que no tenía ningún problema de conciencia en intentarlo o hacerlo, siempre y cuando no tuviera un pacto de fidelidad con alguien. De los demás no me sentía responsable. Esta chica me gustaba mucho y me demostraba un cierto interés, sólo que amistoso. Por mi parte traté, sutilmente como he dicho antes, de atraer su atención.