En las ciudades siempre: encontrar espacios, escenarios, donde representar el propio relato…
otra vez el puente, claro; a la ribera fuimos todos los días (sólo tres), era un impulso ineludible: ver una vez más el río, la perspectiva de la ciudad que asciende vertical a un lado y a otro. Allí te sientes en el centro, en el corazón (aunque quizá no esté allí, para nosotros ese es el centro y no otro); nos sentamos a mirar cómo la gente paseaba despacio, y el río, que también discurría tranquilo.
una de las visiones más asombrosas en Porto (que no Oporto), son las fachadas de sus edificios, naturalmente las del casco viejo. Abigarrados, vistos desde la ribera, a lo largo de más de un kilómetro, siguiendo el curso del río desde el puente de Luís I, son un espectáculo memorable e inagotable. Caminamos despacio. Utilicé película lenta en la vieja cámara grande, para no perder detalle, aunque en estos días no mostraré ninguna de las fotografías que realicé en ese formato; son material de laboratorio y las copiaré dentro de no mucho tiempo. Sin embargo, ésta y otras, las realicé con la vieja cámara pequeña.
…porque sospecho que es bastante más complicado saber lo que se quiere hacer que hacerlo. Intentaré seguir perfilando la segunda parte que enuncié ayer: –lo que deseo hacer en fotografía-. Puedo afirmar, sin demasiado riesgo de equivocación, el deseo de que mis fotografías muestren, o sugieran, o aludan a la vida, o a la muerte, pero desde la perspectiva de la vida. No cosas muertas y muertas y muertas, sin más. Esos propósitos siempre han existido, pero han aparecido intermitentemente, indecisos, sin la suficiente fe en sí mismos para imponerse. Quizá el problema haya sido debido al autodidactismo; o más bien a la debilidad de pensamiento. Normalmente no he llevado a cabo un proceso de reflexión e interiorización intenso, esforzado, profundo. Siempre me he lanzado a la acción de forma un tanto precipitada, esperando que los resultados, por sí solos, disimularan la imperfección y la insuficiencia de reflexión. Sin la imprescindible formulación-reflexión y debida orientación del trabajo a acometer, éste avanzará a impulsos sin mucho sentido y será, con toda probabilidad, una bazofia. Pueden existir momentos felices, que en combinación con una cierta intuición traigan a la luz fotografías afortunadas (como la de hoy), pero una obra fotográfica consistente no puede ser el amontonamiento de hallazgos extraídos del azar o la suerte…
Hay que estar siempre de paso: detenerse es condenarse.
Rafael Argullol
Chicago: cuatro de enero de dos mil ocho, dieciséis horas y un minuto:… estaba haciendo algo, lo que no me había imaginado es que tuviera intención de fotografiar. Quizá le induje la idea ya que yo llevaba mi cámara grande perfectamente visible. Cuando se cruzó conmigo, creo que supo que le fotografiaría, pues cuando terminó de hacer su foto, se volvió hacía mí y me miró, no sé si desafiante o interrogante; como diciendo ¿qué pasa contigo? Me intimidó un poco, no por su actitud, que me traía sin cuidado, sino porque me pareció que entendió mi juego y eso no me gustó. No me atreví a levantar la cámara y hacer una tercera fotografía mirándome abiertamente. Lo que podría haber ocurrido a partir de ese momento nos lo hemos perdido todos.