Homenaje a Jack Palance en Bagdad Café…
BERLÍN (del cuatro al nueve de agosto de dos mil quince). Foto 8
Había que seguir tirando y tirando de la maleta de las cámaras y cargando con el pesado trípode para volver al lejano hotel. Hubo dos fotografías más antes de poder dejar la impedimenta guardada hasta el día siguiente; ésta y otra que aparecerá en cualquier momento, cuando menos me lo espere. Sí, porque este dichoso diario es mágico, nunca se sabe cuándo sucederán las cosas. Creo que me estoy desviando un poco de mi propósito y lo que me está saliendo es casi una guía de viaje, o lo que es peor, del nuestro, porque encima no somos viajeros, sino solo turistas. No soporto las fotografías descriptivas, en plan naturalismo postalero como ésta. Pero la hice. Por qué, -pues porque sí-. Quizá por la belleza del edificio, o tal vez por la luz de atardecer, o, seguramente, por la proyección de las sombras sobre la hierba. O porque no se me ocurría nada mejor. Yo qué sé. Es sabido de la imposibilidad de la fotografía para poder ir más allá, o más acá, sencillamente porque la apariencia de las cosas impide la auténtica visión de las mismas. Piglia dice que le interesa más la literatura que la vida. Yo podría decir que me interesa más la fotografía que la realidad, pero todavía no lo tengo claro, lo estoy estudiando…
deambulamos arriba y abajo por el paseo a lo largo de la ribera del río. Se estaba poniendo el sol, las sombras eran alargadas y las expectativas del viaje también. Nos apasiona Portugal y sus ciudades: sobre todo ésta y Lisboa, aunque también Évora y otras. Sin darnos cuenta llegó la hora de cenar, y lo hicimos con ganas.
Newberry Springs, California. Percy Adlon dirigió una excelente película en 1987, titulada Bagdad Café; obra de culto a finales de los ochenta. Está rodada en este café; la interpretaron, entre otros, Marianne Sägebrecht (Jasmine), Jack Palance (Rudi Cox), ambos esplendidos, junto con CCH Pounder, en el papel de Brenda. Jasmine, de origen alemán, llega arrastrando una maleta por la cuneta polvorienta (poco antes se había alejado de su marido, que continuó viaje). Se queda en el café regentado por Brenda, en estado ruinoso y sin clientela. Al principio, no es aceptada por Brenda y sus allegados pero, poco a poco, Jasmine, con su peculiar personalidad, consigue el afecto de todos y colabora en transformar el destartalado local. Es expulsada del país por carecer de permiso de residencia, pero al cabo de un tiempo vuelve y junto a Brenda y sus hijos, crean un espectáculo de magia, que hace que el Café se llene diariamente. Comedia agridulce, entrañable y emotiva, se pega a la tierra y la luz del desierto de Mojave y escenifica el ambiente de los cafés de carretera. La luz, el desierto y los camiones que pasan vertiginosos a lo lejos son también protagonistas; sin esos elementos la historia es inimaginable. Fue un fascinante encuentro con el escenario de una película que nos encantó en su momento y que todavía recordábamos con placer….
DIGRESIÓN SIETE: Una vida americana. Autora: Lucia Carballal. Director: Víctor Sánchez Rodríguez. Intérpretes: César Camino, Esther Isla, Vicky Luengo, Cristina Marcos. Teatro Galileo (03.03). Fui con muchas expectativas, sin embargo, la obra estuvo lejos de arrebatarme. Se deja ver con gusto, incluso con una sonrisa complacida. Carballal nos cuenta una historia de sueños malogrados, de identidades escindidas y de derrotas inexorables. También nos coloca ante la reflexión de hasta qué punto los viajes añorados a mundos lejanos nos pueden aportar el sentido que siempre buscamos. La vida americana, en contraposición con la vida en el barrio de Tetuán, en Madrid, ambas tan distantes y tan próximas, porque están pasadas por el tamiz propio de los protagonistas, por el modo que cada uno tenemos de vivir, que hace que los escenarios sean accesorios, sin apenas importancia. Los viajes no solucionan nada que no esté previamente solucionado, o al revés. Todo está dentro, casi nada fuera de uno mismo. Bien concebida y representada, deja un regusto a poquedad, e incluso a obviedad, en cuanto a su aproximación a las características de la sociedad actual, tanto americana como española. A fin de cuentas, perfectamente intercambiables en lo esencial.