"...la ruina del tiempo y las costumbres/en la frágil materia de los años". Álvaro Mutis.

…Bien, como decía, me encantan las performances en lugares ruinosos, pero claro, siempre que no haya ovejas solas que me perturben. Era una circunstancia curiosa, prodigiosa casi, y lo habría sido aún más si hubiera fotografiado la fascinada mirada de ese inesperado y desvalido animal. Seguí a lo mío compulsivamente, que no era gran cosa, al menos a priori, porque no llevaba nada concreto planeado. Fotografié por fuera una ventana de una construcción en la que debieron vivir uno o varios borrachos porque las botellas de vino y licores salían por una de las ventanas…




DIARIO DE REVELADO (New Age)
TREINTA, del ocho de junio de dos mil veintiuno (martes).
Llevo algo más de seis meses sin situarme ante este diario. No tengo nada especial que decir en él, salvo que últimamente me ocupo poco de los revelados (bastante tengo con mis dolorosas dolencias).
Eso no quiere decir que no piense en fotografía, pero escépticamente, sin fe, sombríamente.
Mi suspicacia hacia ella, como lenguaje o soporte de expresión, es creciente. Aunque, ahora que no fotografío, siento impaciencia por volver a hacerlo.
No, no quiero decir que no tenga sentido o potencialidades expresivas sino, tan solo, que en lo que a mí respecta lo que pueda fotografiar me resulta previsible, cansino, repetitivo. No suelo sorprenderme como cuando estrené la primera cámara, ni mucho menos.
Si a lo largo de cuarenta años no he aportado nada especial a este lenguaje no lo voy a hacer ahora, “a la vejez viruelas”.
Me horroriza verme y sentirme como un viejo friki guardando, ordenando y reordenando, obsesiva y tontamente, miles de imágenes de escaso interés en contenedores tóxicos por viciados e inútiles.
Por iniciativa de Naty (yo no lo habría hecho jamás), mis fotos y escritos van diariamente a parar a Instagram (ella, de sobrado talento, triunfa en ese medio, como no puede ser de otro modo), lo que me aboca a echar un vistazo y compruebo que el panorama fotográfico actual está a años luz del que era cuando yo empecé a fotografiar. Ahora, en esta red social habitan miles y miles de imágenes y miles y miles de fotógrafos sorprendentes que, con cualquiera de sus imágenes, en la época de mis inicios, habrían sido autores singulares (solo hay que echar un vistazo a revistas fotográficas de la época para comprobarlo). Indudablemente, los avances tecnológicos han aumentado exponencialmente las posibilidades de este lenguaje. Sin embargo, y a fin de cuentas, estos autores son víctimas de un desalentador anonimato más allá de esa plataforma social (no entiendo mucho su sentido, pero claro pertenezco a otro tiempo, que es ninguno). Estas gentes animosas y también talentosas están condenadas a la trivialidad por la vertiginosa rapidez en la que sucede la exhibición de sus imágenes: la foto de hoy solo dura unas horas, luego, al vacío del olvido…
La Fotografía: Sacos olvidados en una fábrica abandonada de tratamiento de tierras. Algo parecido pasará con mis miles de copias fotográficas, ya listas para el desalojo y la incineración.
