"La obra de arte transita hacia la transcendencia a través de lo intranscendente". I. Sánchez Cámara
«Durante horas me asomé a los umbrales y al visor, encuadrando paredes manchadas de abandono, pisando un suelo negruzco y blando, corrompido de suciedad. Cuando me alejaba con alivio, no conseguía fijar el recuerdo de las fotografías que había realizado; iban y venían mezclándose. Habrá que esperar, poner distancia a la pena que causa la destrucción y orden al desorden. La luz de los sitios abandonados, tamizados de polvo y miseria, alcanza el corazón de la pena.«
Creo que volveré a Kassel, con Enrique. Qué vio allí Vila Matas? Arte de vanguardia, sin duda, y un galgo con una pata rosa. También, al parecer, volvió su inquieta mirada hacia dentro utilizando el arte -sin lógica- como catarsis espiritual. Por eso a él y a mí nos interesa tanto el arte (de vanguardia). Indudablemente, lo que vemos e intentamos comprender, nos sirve para interrogarnos sobre nuestra propia naturaleza e incluso para crear. Enrique se mira con sabia ironía y lo cuenta y eso es proteico para él y para quien le leemos. Para mí, el arte de vanguardia, o contemporáneo o como lo queramos llamar, aunque a veces pueda parecer árido, es tremendamente fértil como punto de apoyo para mover sensaciones y emociones propias. Y no solo eso, en la mayoría de los casos es escandalosamente divertido. Yo, en Kassel, habría disfrutado lo indecible, aunque no habría llegado a los extremos de él: pasar una noche junto a una obra titulada: Untilled, de Pierre Huyghe, el del galgo con la pata rosa…