Las formas, siempre, la claves de la capacidad de observar y percibir…
Creo que hoy nos vamos a divertir (o no), porque para la serie que toca -no hay título-. El «fotógrafo» no lo tiene y yo tampoco. Puedo hacer sugerencias sobre un título ya enunciado, pero no partir de la nada; ni siquiera podría viendo las fotografías elegidas. No es cosa mía. Los títulos son tan definitorios e importantes como la obra misma. Bien, en un «prodigioso» alarde de imaginación, el «fotógrafo» ha reunido sus fotografías de escaleras. Le gustan mucho las escaleras y claro, con ese contenido, le ha sucedido lo inevitable: no se le ocurre cómo titular sugestivamente fotografías de escaleras y sólo escaleras. Le propongo, más o menos en serio, que la denomine «Sentido práctico». Me manda a la mierda. No es ninguna tontería -le digo-, al fin y al cabo, qué sería de la humanidad sin escaleras. Sin duda debe ser uno de los inventos más importantes de la historia. No le parece serio (a mí tampoco). Sigue pensando y nada. Pasan los días y no se le ocurre nada, pero el tiempo apremia porque al día siguiente (hoy), tiene que aparecer en el diario. Le propongo un nombre genial: «Sin título». Asombrosamente, a un tipo como él, de escasísima imaginación, no le parece mal la ocurrencia y se lanza con entusiasmo a completarlo con un subtítulo: «sólo son escaleras». No reímos escépticos de nuestra «originalidad» y el titulo de la serie queda así: -Sin título (sólo son escaleras)-
…En el apartado de lo fácilmente consumible también incluyo las imágenes que aparentemente se nos pueden atragantar, como las de los reporteros intrépidos que van a lugares remotos y hacen fotos de baños de sangre, o de niños comidos por las moscas y cosas así. Eso también se sabe desde el principio de los tiempos fotográficos, y mucho más ahora, que todo está ya visto. Es información, que está bien que exista (supongo) pero es eso y solo eso. Esos esforzados y valientes intermediarios que nos traen a casa lo que todo el mundo sabe (quizá gracias a ellos), pueden ser muy singulares y arrojados, pero sospecho que la artisticidad fotográfica está en otra parte. En cuanto a mí, lo que me habría gustado es ser tan artista como Man Ray, por ejemplo, pero no, más bien me he quedado en un amateur corriente, un dominguero. A pesar de haber empeñado mucho afán reconozco que, realmente, para lo único que estoy capacitado es para la fotografía recreativa (como ir de pesca). Cuando empezaba a fotografiar, hacia finales de los setenta, todos los domingos por la mañana, temprano, cargaba mis útiles en mi Dyane y me iba a buscar fotos (como Navokov mariposas). Es exactamente lo que hago ahora. Lo mismo (aunque el Dyane ya no lo tengo). No ha cambiado nada en mi vida y en mi mirada con una cámara entre las manos. Tampoco ahora me salen mejor las cosas que entonces. Esta es una imagen paradigmática de lo que cuento, está realizada en el viaje, hace un mes, pero la podría haber hecho en mil novecientos ochenta (si me hubiera tropezado con ella). ¿Qué coño he hecho o aprendido a lo largo de casi cuarenta años? En qué he evolucionado? En nada, me temo…
«Para entender la conexión hay que narrar otra historia. O narrar de nuevo una historia, pero desde otro lugar, y en otro tiempo.» Claro, sólo hay una dificultad: no siempre se puede entender el pasado, ni en el presente, ni quizá tampoco en el futuro. Mi experiencia con este diario es en algunos momentos desasosegante, fotografías pasadas (todas) tienen su espacio en el diario inaplazablemente; sé que se revelarán con sus palabras pero no sé cuando lo harán, y lo que es peor, algunas están bajo sospecha de candidatas al suicidio. Esta, por ejemplo, es una de ellas, la he salvado in extremis para que represente el papel oracular. He manejado dos o tres historias sobre ella, pero eran falsas.
Sólo el que puede ordenar sus emociones sistemáticamente es un artista. Matisse