“Reposa lo inmenso/piedra sobre piedra,/piedras sobre aire”. Octavio Paz
«roca descansa en roca» Pedro Salinas. Después, con mi vieja cámara grande, me dispuse a deambular entre las grandes peñas y pedregales graníticos del cerro. En los alrededores no divisé ni vacas ni perros, sin embargo había miles de piedras, pocos árboles, ninguna zanja o agujero, pero sí montones de esquirlas de piedras, pero no las fotografié porque no tenían ningún misterio. Charco, por el momento, tampoco veía. Está bien, me dije, como te definías como un tipo ocurrente seguro que encuentras una alternativa a la altura de tu inmenso talento (esbocé una sonrisa escéptica; por lo del talento).
Me quedaba la piedra, tampoco las que había alrededor eran como la que yo buscaba pero eso sí, una vez más la realidad superaba a la ficción porque eran infinitamente más bonitas que las que yo había visualizado. Ah, sobre realidad y ficción, no tengo nada claro: no sé lo que me interesa más o lo que prefiero; supongo que depende del momento, aunque, en definitiva sospecho que la línea divisoria entre ambas es irreconocible o huidiza, al menos para mí. Las piedras que tenía frente a mí eran fabulosas, podría haber hecho decenas de fotografías y todas ellas interesantes (creo), por sus formas y su inverosímil colocación unas sobre otras. Pero seguro que me habría repetido, así que hice cuatro o cinco y decidí marcharme; me había cansado de tanta creatividad (del campo, sólo de él, porque yo seguía algo atontado) y además tenía hambre
Pequeña crónica ilustrada de cómo un pueblo decide aislarse culturalmente.
Introducción: érase un pueblo que empezó a sentir una nostalgia infinita de su pasado remoto e inició un tortuoso camino hacia atrás. En ese momento compartían la lengua con 400 millones de personas, pero el ataque de melancolía contagiosa al que se vieron abocados les empujaba irresistiblemente a comunicarse sólo entre sí, renunciando a entenderse con 398 millones de personas.Cuando lleguen a esa idílica situación, que no tardará más de unos pocos años, podrán confundirse y subsumirse en este arcadia feliz y ya no habrá vuelta atrás para las generaciones venideras de este minúsculo país, dónde, culturalmente, podrán habitar paisajes como éste.