"Son tontos todos los que lo parecen y la mitad de los que no lo parecen". Baltasar Gracián
…El ruido de los tambores se iba perdiendo a lo lejos. Poco después, dejaron de oírse; los hombres de las túnicas azules, o negras, o rojas, o blancas, y cordones amarillos con borlas que les ceñían la cintura, ya debían estar en la plaza de la catedral, quietos, al sol, descansado de la arrebatada ascensión. El viaje de ida, también lo sería de vuelta, pero hasta que regresaran cuesta abajo no teníamos nada que hacer, así que nos dedicamos a mirar y fotografiar…
LA VIDA INMEDIATA I. Mientras trabajo escucho la radio. Todo el tiempo. En estos momentos (siete de la mañana) acabo de oír la parte final de una entrevista a un escritor español (al parecer vanguardista, admira a Julián Ríos, al que no he leído aunque sé de sus afanes) de los que trabajan cuestionando la manera de hacer hasta ahora (más o menos) y buscan otro modo de contar historias, cambiando el modo de ordenar palabras e imágenes. En un momento de ese diálogo con el entrevistador afirma que ya está bien de escribir libros para los amigos, los poetas por ejemplo, y que él escribe para el mayor número de personas…escribiendo de otro modo y rompiendo moldes y ataduras con lo convencional, al parecer. Este tipo todavía no se ha enterado de que la gente no lee los modos conocidos y digeridos ya, así que, tratándose de un estilo rupturista con la tradición, que explora otros territorios posibles luego, irreconocibles, no será leído absolutamente por nadie (yo no lo haré, desde luego). Me parece que este hombre tan bienintencionado tendría que someterse a un profundo autoanálisis y desviar la dirección del tiro en el sentido de solo pretender ser leído por el menor número de personas. Entonces lo suyo sería coherente. O cambiar su estilo y escribir para revistas amarillas (las más leídas, supongo). O no, y el equivocado soy yo. Por mi parte, a mí, el que este diario lo vea más o menos gente, me tiene absolutamente sin cuidado, es más, cuantos menos lo vean, mejor. Dicho queda…
Nos sentamos en la escalinata de un majestuoso y bellísimo templo a observar a la gente y sus movimientos. Existe un momento clave en el discurrir de los grupos que se mueven bajo una misma dirección (me refiero al jefe del grupo, también llamado guía turístico) y es cuando éste se para, levanta una bandera, paraguas o cualquier otro objeto y reclama la atención de todos. Una vez que los tiene reunidos en torno suyo, les da una charla sobre lo que les muestra, incorporando datos históricos, artísticos, utilidad a lo largo del tiempo del monumento u objeto, de indudable y gran valor. Es enternecedor y chocante verles a todos mirando hacia el mismo sitio al unísono. Unos instantes para fotografiar y luego siguen caminando hasta el siguiente y así hasta el final del programa del día y de todos los días.
…El tiempo del viaje finalizaba, al día siguiente nos iríamos de la ciudad, del país, y no volveríamos nunca. Ni siquiera sé ahora si conseguiremos acumular suficiente deseo, el año que viene, para viajar a cualquier país de Europa ¡¡¡se parecen tanto todos!!! No sé, porque lo exótico o demasiado lejano me da más pereza todavía. Me parece que no estoy capacitado para comprender, ni siquiera intuir, lo que hay más allá de la más convencional cultura occidental. A Claudio Magris no llego:«El viaje-escritura es una arqueología del paisaje; el viajero -el escritor- baja como un arqueólogo a los diferentes estratos de la realidad para leer incluso los signos escondidos debajo de otros signos…».