"Ser alguien es ser alguien solo. Ser alguien es soledad". Antonio Porchia
A veces, la tristeza…
…En las inmediaciones de un edificio remodelado por arquitecto-artista que me gusta mucho, me encuentro con una exposición al aire libre de August Rodin. Ocho esculturas de bronce, entre las que está El pensador. Todas ellas espléndidas. Había bastante gente, sobre todo mujeres, casi todas ellas de la tercera edad, como yo. No sé ellas, pero yo me estoy temiendo que me pondré en la cuarta sin darme cuenta. Las observo con simpatía y complicidad. Fotografío a algunas…
Edmond Jabés: «El escritor no busca ser el testigo. Él está solamente a la escucha de las palabras que trazan su porvenir«. El fotógrafo, por el contrario, está obligado a ser testigo y sólo él será responsable de la elección del escenario dónde se jugará su razón de ser; con el que intentará el relato que lo perfile o lo desenfoque. Todos son válidos a priori, cualesquiera que fueren. La clave radica en el tratamiento y el hálito que el autor imprima a su motivo; lo demás es secundario, azaroso o simplemente interesado y banal.
Otras personas que pasaban por allí actuaron sin saberlo como metáforas sobre el distanciamiento y el anonimato. Qué lástima que la asociación resulte tan fácil y tan obvia. No sé si fui yo quien hizo la fotografía, si fue la cámara o si fueron ellos quienes compusieron la escena y se autofotografiaron. Yo no fui; o sí, pero fue sin querer.
DIPTICO EN ALEXANDERPLATZ:
Berlín, Agosto de 2005. Alfred Döblin escribió Berlin Alexanderplatz considerada una «novela moderna» por muchos aspectos: no solamente por la ruptura con el carácter tradicional del héroe y con la estructura cronológica del relato, sino también por el uso de nuevas maneras de narrar (monólogos interiores, combinación de distintos niveles de lenguaje y puntos de vista). Rainer Werner Fassbinder la convirtió en una serie de televisión de 15 horas y media de duración, en 1980. Seguí esa serie y me interesó mucho; sin embargo no recuerdo nada de la historia que cuenta. En aquella época me interesaba mucho Fassbinder (y ahora también, dejó una obra importante). La plaza, está en proceso de remodelación con edificios de la época comunista que me provocaban una ambivalente sensación de atracción y desasosiego; de contradictoria fascinación estética y miedo cerval a la rigidez que sugieren. Pero no, no me adentré en la plaza como me hubiera gustado, tampoco en sus edificios y en sus interiores vacíos. Tampoco averigüé nada de las gentes que deambulaban por ella (algunos bailaban). Apenas fotografié; aunque sí a estas tres personas porque compusieron una imagen que me interesó. Qué superficial puede ser a veces un viajero con una cámara a pesar de que la lleve cargada de película y propósitos.
…Qué bien estuvo Valencia, ya lo creo. Creo que será preciso volver, aunque solo sea para repetir las fallidas fotografías de la intrincada y luminosa arquitectura del Museo de las Artes y las Ciencias. Eso me remite a una pregunta, conocida y frecuente para mí: ¿es preciso fotografiar lo que ya está fotografiado hasta la náusea, de todas las maneras imaginables? Sí, creo que sí, sencillamente por el placer que causa hacerlo. A todo el mundo le gusta fotografiar todo. A mí también. Otra cosa es que uno, ingenuamente, pretenda ser original y transcender la realidad y esas cosas; o encontrar la nada y conseguir fotografiarla. En fin, en el colmo del inalcanzable absurdo: ser artista. Aunque intentarlo siempre estará bien. Todo está fotografiado ya. Entonces? Pues nada, a seguir. También todo está escrito ya. Entonces? Pues nada, a seguir. Pero con cuidado y buen sentido, o todo lo contrario, por qué no. Toda las vidas están vividas ya pero eso no significa que haya que renunciar a la propia y repetir y repetirlo todo, otra vez. Al fin y al cabo, como en La gran belleza, todo se reduce a una cuestión de estilo, íntimo e irrepetible, como el de Jep Gambardella en esa prodigiosa película: «En el fondo es sólo un truco, sí, solo es un truco».