El relato de una inmensa belleza que no se acaba nunca…
…En esta fotografía Naty tiene veinticuatro años, o quizá veinticinco recién cumplidos porque los cumplió en esos días, en nuestro primer viaje juntos, a Lisboa. A partir de ese momento no nos hemos separado nunca. El tiempo, desde aquel viaje, quince días después de conocernos, se hizo cargo de todo y ha ido pasando y conformándonos sin darnos cuenta, rápido y leve al mismo tiempo. La sonrisa de Naty en esta fotografía es enigmática para mí ahora, solo puedo imaginar las sensaciones que afloraban a su gesto, a su mirada. Ahora, contemplándola, me siento turbado: feliz y triste al mismo tiempo. Feliz, porque he vivido junto a su belleza y su inagotable calidez y atenciones durante veinticinco años; triste, por todos los matices que no he sabido percibir, por no haber sido capaz de apurar todas las sensaciones que su presencia junto a mí provocaba a cada instante. Siempre igual, siempre la sensación de pérdida de lo no sentido aunque se haya vivido. Pero al menos tengo esa sonrisa que sí, que parece que iba dirigida a mí, y solo a mí, aunque ahora no consiga recordar con nitidez qué sentí en ese preciso momento. Menos mal que tengo esta fotografía y a ella, todavía…
Felicidades amor: hoy comienzas un viaje por una nueva década. Será el mejor que hagas y deseo acompañarte, vivirlo contigo. En el viaje que nos ha traído hasta aquí, por nuestras amadas carreteras secundarias, todo ha sido fantástico. Tenías veinticuatro cuando lo iniciamos y, en menos de un mes, cumpliste veinticinco. Ahora, cuando probablemente hemos llegado al ecuador, sin darnos cuenta casi, da un poco de vértigo lo corto que se antoja lo que nos queda. Pero tú no debes preocuparte de nada porque sigues y seguirás tan espléndida y esplendorosa como el primer día, cuando comenzamos. En el horizonte no hay nada que pueda asustarte porque eres una mujer importante, una bellísima persona en todos los aspectos, irrepetible, singular, inolvidable y arrebatadoramente atractiva. Sí cariño, aunque hayamos conocido tantas cosas ya, aquí estamos, salen las cuentas, los años parecen muchos pero nos han parecido tan breves que todo se nos antoja fresco y nuevo; como si todo empezara mañana. Creo que lo hemos pasado magníficamente juntos estos últimos veinticinco años y solo quiero que sigamos haciéndolo. Entre nosotros nada puede acabar nunca. No te dejes impresionar por la aparente contundencia de la supérflua estadística, trivial, sin importancia apenas. He encontrado esta fotografía para el diario de hoy sin tener en cuenta innecesarias cronologías, sin tiempo en nuestro tiempo, solo porque me encantas en ella. Un millón de besos.
Menos mal que la tengo a Ella. Es la persona más excitante y sabia de mi vida. Gracias a que está conmigo (y yo con ella), no he necesitado nunca apuntarme a Facebook. Todo en nuestra vida es Real, hasta el Deseo y el Sexo, todavía y naturalmente. Además de otros muchos aspectos está la parte creativa e intelectual. Sin que ella reconstruya los textos del diario, mi escritura no existiría. El modus operandi es el siguiente: reúno palabras en un acto al que llamo –escribir el diario-, el resultado se lo entrego a ella en un informe montón, sin apenas orden ni sentido. Ella, con su infinita intuición, saber y conocimiento del precario funcionamiento de mi cabeza, reordena y da sentido a lo que supuestamente he querido decir. A cambio, procuro fotografiarla como su belleza merece. En esta fotografía creo que lo he conseguido, o al menos a mí me gusta bastante.
NATY (la mujer de mi vida, cumple años hoy). Seguimos juntos, o más bien ella sigue conmigo. Inexplicablemente. Sí, porque siempre me estoy quejando de todo, además de ser un tipo soso, negativo y aburridísimo, por pesado (ella me lo dice, a veces). Eso que se podría definir sin riesgo de equivocación como un tío coñazo. Sin embargo, Naty es todo lo contrario: una mujer rebosante de encantos. Además de cariñosa, amante, generosa, entregada al hecho de vivir con ganas. Inquieta, siempre activa e interesada por todas aquellas cosas que nos gustan, a los dos. Somos una unidad con dos caras, la suya, bella, positiva y sonriente; y la mía, todo lo contrario. Un día cualquiera, en cualquier escenario donde nos asomemos, ella, resplandece; y al lado un bulto gris sospechoso y anodino. Y viejo. Ese soy yo. Hay algunas personas que no se «cortan» de expresarlo tal cual (tu mujer es esplendida, tú no, eso dicen con naturalidad y sin cortarse). No me importa, todo lo contrario, me enorgullezco de que ella brille, porque la quiero. Claro, cómo no. Así es nuestra vida ahora y así vamos cumpliendo años, el uno junto al otro y en nuestra vida común, que ya ha rebasado los veintiséis años. Sí, estoy hablando de nuestra relación aunque sea su cumpleaños, porque es importante para ambos. Es donde cobijamos y cuidamos de nuestra vida. Sí, la vida en pareja es transcendente e infinitamente más que funcione; y la nuestra lo hace de verdad, me parece. Es mentira que algo funcione sin esforzarse y mucho menos una pareja. Nuestro orgullo y satisfacción, lo que nos hace avanzar como un equipo indestructible: la entrega, la generosidad, la lealtad y ayudarnos mutuamente. Ah, y más importante aún, si cabe, procurar divertirnos juntos todo lo que podemos, quitando de en medio todas las convenciones y estereotipos que somos capaces; sin hacernos daño, claro. Hasta donde podemos llegar, llegamos. Y sí, siempre se puede llegar un poco más allá. Si no fuera así, agonizaríamos a fuer de estar quietos, estáticos y profundamente aburridos. Y todo se iría a la mierda. No hay vida de pareja que merezca la pena ser vivida sin compartirlo todo. Es fácil y difícil al mismo tiempo, y, si funciona, a muerte con ella; si no, a correr, sin mirar atrás. Vivir o morir, no hay término medio, otra cosa no merece la pena. Estéril medianía. La vida es demasiado corta e importante como para empeñarla en convencionalismos o jugártela a la mediocridad y el aburrimiento. Que nada se muera por dejadez e indolencia. Lo estamos consiguiendo y ahí seguiremos mientras la risa y el placer de compartirlo todo nos siga alentando. Ah, y el color de hoy es el amarillo. Felicidades, amor mío, quiero estar contigo siempre.