"En cualquier/caso,/los caballos son/bonitos". Charles Bukowski
Da igual la trascendencia de la obra que cada uno pueda hacer; tampoco eso es lo importante. Todo está ya hecho (o casi todo), lo que supone que es altamente improbable que uno pueda aportar algo de interés a lo ya realizado. Uno hace lo que le sale y da igual que conecte con lo «último» con lo de ayer o con lo de hace ciento veinte años. Tampoco es importante la calidad; para uno mismo sólo debe importar la autenticidad o la ilusión de la verdad.
Últimamente no tengo tiempo para este diario. Me dedico a positivar fotografías sin futuro. También a bailar de vez en cuando mientras trabajo en el «cuarto oscuro» (qué bonito nombre para un lugar donde se urde el imaginario propio). Ahora, al espacio donde se realizan las fotografías digitales (puede ser en cualquier sitio) no sé como lo llaman, supongo que «cuarto blanco«; pero claro, ese lugar carecerá siempre del halo de misterio ceremonial y secreto de los viejos laboratorios. Algún día incluiré en este diario una fotografía del mío. Está sin hacer. Esta es la mejor fotografía (quiero decir la que más me gusta) que positivé en la sesión del uno de Marzo…
ESTUVE EN LA CIUDAD, EN LA MAGNA PROCESIÓN (mi método de trabajo o mis innumerables dificultades operativas en la toma). Y, para terminar, lo mejor: airosos y vitales caballos montados por gallardos agentes del orden (antes iban delante, pero ahora los han relegado al final y no sé por qué). Cuando la representación Dada terminó y rompimos filas como espectadores activos, me sentí desconsolado porque tuve la desagradable intuición de que nada me había salido como deseaba. Me había centrado, como hago siempre, en las caras; todas serias y todas con expresiones que denotaban una impostada profundidad. Para llevar a cabo este propósito siempre tengo el mismo problema: los procesionarios se mueven a una distancia muy corta, solo están menos de un segundo en el centro mismo del visor (salvo que se hayan parado) y, con mi vieja cámara grande, naturalmente de enfoque manual, no hay modo de enfocar a ninguno, para mí al menos. Este año, con el trípode, pensé que si enfocaba un punto solo sería un problema de encuadre y no de enfoque, pero que va, la dificultad se agudizó porque el enfoque era muy crítico y además no tenía la opción de mover la cámara. Un jodido desastre. Hice lo que pude, que no fue mucho, o sí, pero yo pretendía más y más. Luego, existía un segundo inconveniente, no podía elegir porque era la suerte la que decidía; para empezar, los procesionarios avanzan en dos filas, la de enfrente es la más alejada y no me sirve, pasan muy lejos, luego solo me interesa la que viene por mi lado, pero estos me caen demasiado cerca y su paso es de una fugacidad inmanejable. Cuando tengo la cámara lista, después de haber montado, se asoma un tipo en el visor y disparo, pero esa cara no era, la que me interesaba venía un poco después pero yo estaba pasando la película y se me escapaba; o peor aún, cambiando el rollo en lo que se tarda tanto que se me escapaban por lo menos veinte y casi todos con una cara de mucho interés para mis propósitos expresionistas. Para mí y mi vieja cámara grande la empresa es muy difícil, imposible casi. Pero esa es la cuestión, si manejara una ultramoderna cámara digital de enfoque automático, seguro que me habría quedado en casa pensando en las musarañas.
…«Aquel que pinta animales vivos es más estimable que aquellos que sólo representan cosas muertas y sin movimiento». A. Felibien (texto fundacional del nuevo concepto de la pintura, 1667)…
«Un piquete a caballo hace que la multitud se retire y se coloque en las aceras»