"Es pavoroso si uno piensa en la gran cantidad de cosas que hemos olvidado para siempre". Enrique Vila Matas
MEMORIA ESCOLAR 5. En la habitación de la fotografía de hoy era donde despachaba el director del colegio, lo sé porque una vez subí (se encontraba en la primera planta, o tal vez en la segunda), al final del cuarto curso de bachiller (14 años), para que recibir las notas que criterio del dicho personaje eran más convenientes para mí, que era imposible que supiera ya que no me conocía, pero eso carecía de importancia para él. Era un hombre ensimismado, cojo y ya bastante maduro (quizá al borde de la jubilación). Impartía matemáticas y sus clases las daba desarrollando sus ecuaciones frente a la pizarra sin preocuparle en absoluto si lo entendíamos o no. Terminaba y se largaba. Una especie de autismo pedagógico de semblante complaciente y tolerante, aunque en realidad era tan solo un hombre indiferente e irresponsable. Luego, años más tarde y especialmente después de muerto se le rindieron homenajes como un gran pedagogo de la ciudad. Estoy incapacitado para entender semejante falacia, al menos desde mi experiencia y limitada capacidad. Yo, desde luego, en su maldito colegio no aprendí absolutamente nada.
…Tenía el coche aparcado en el centro de la calle, cargado de maquinaria fotográfica (lo mío no es tecnología y moderna virtualidad, sino aparatosos aparatos y material sensible físico, palpable y maleable) y el utillaje más o menos habitual. Bajaba y subía escaleras llevando todos esos pertrechos con los que escenifico mis aproximaciones a la Nada. Cambiaba de casas, de habitaciones y de atrezo. Un lío apenas inspirado, sin nuevas ideas, pero entretenido a la vez que fatigoso. Qué cansancio, por dios, tanto ajetreo idiota. Quizá la Nada mejor podría encontrarla tumbado en mi sillón mirando al techo, pensaba de vez en cuando. Pero no, porque eso supondría un indeseable -envejecimiento pasivo- letal para mí; ese grado superior de madurez no está a mi alcance. Y así algunas horas más. A las cuatro de la tarde estaba exhausto, sediento y hambriento. Cuando realizo Microviajes de –envejecimiento activo- no como ni bebo casi nunca, mientras dura el trance… «La angustia esencialmente poética del ser junto a la nada». Antonio Machado
FIN DE UNA INTENSA RELACIÓN. Catorce de noviembre, jueves: decidí que ese día, soleado y tranquilo para mí, fuera el último que viajaba a fotografiar a las cuevas de La Mancha; era el séptimo y ya tenía sensación de un cierto hartazgo. No me ilusionaba la idea de volver. Son escenarios en los que he sentido deseo de fotografiar y también una cierta inspiración, pero no se puede abusar de las localizaciones, por muy estimulantes que sean, porque la repetición no perdona, cansa siempre. En las misteriosas y bellas cuevas de La Mancha, todo lo que yo era capaz de hacer ya estaba hecho, y si no, es que no merecía la pena que lo intentara…