Puertas cerradas para siempre, entreabiertas para nada, y las que no conducen a parte alguna…

DIGRESIÓN OCHO: El punto ciego. Javier Cercas. E-book (Penguin Random House). Ensayo sobre literatura, aunque, bien mirado, a Cercas no le salen ensayos, sino novelas que son como ensayos y al revés. A estas alturas, el modo de concebir la escritura de Cercas me gusta cada día más. No he leído toda su obra, ni mucho menos, pero todo a lo que me he aproximado me ha gustado mucho (ahora estoy empezando Anatomía de un instante, que promete grandes momentos). En esta obra, en las citas introductorias, incluye una de G. E. Lessing: “Si me dieran a elegir entre buscar la verdad y encontrarla, elegiría buscar la verdad”. A mí me pasa lo mismo. Los encuentros carecen de relato, no así las peripecias de búsqueda. En el primer capítulo se refiere a las dos grandes tendencias en las que divide Milan Kundera la Historia de la novela; la primera, que va desde Cervantes al siglo XIX, y la segunda, la realista, que eclosiona en ese siglo. Y yo, añadiría una tercera: lo demás. La primera, alterna la narración y la digresión (o reflexión); es la que a mí más me interesa y en la que yo sitúo felizmente a Cercas. El otro día oí, en una entrevista a un escritor del que no recuerdo el nombre, que le preguntaban qué debía tener para él una novela de interés, a lo que contestó que –intriga-. No digo que ese rasgo sea desdeñable pero, cuando se resuelve, la sensación es la de haber contemplado un espectáculo pirotécnico y poco más. Sin embargo, para mí, la novela debe tener ideas, sobre todo ideas, para que algo quede. Al parecer, en Anatomía de un instante (obra que acabo de empezar), Cercas construye su relato a partir de un hecho (golpe de estado del veintitrés de febrero del ochenta y uno) y lo entremezcla con su propio relato, que a mí me interesa sobremanera porque, de algún modo, es lo que yo pretendo hacer con mis fotografías. Lo dice un autor al que cita, Viktor Shkovski: “La misión del arte consiste en desautomatizar la realidad, en convertir en extraño y singular lo que, a fuerza de tanto verlo, ha acabado pareciéndonos normal y corriente”. Esa idea es pura esencia del lenguaje fotográfico. Sospecho que podría escribir interminablemente sobre esta obra de Cercas, a la luz del entusiasmo que me ha provocado, pero eso no es lo mío, y como no sé lo que es, seguiré dedicándome a picotear superficialmente, como los breves instantes que tardo en encuadrar y disparar, a golpe de intuición y poco trabajo. Cualquier día hablaré de una de las ideas importantes que contiene esta obra: la necesidad de encontrar y apropiarnos de nuestros progenitores o precursores, aunque sea inconscientemente, para así intentar entender lo que hacemos y porqué: “Lo esencial es crearse una sólida genealogía. Lo esencial es tener padres”. Cercas ¿Tengo yo progenitores fotográficos? No me contesto. Tendré que pensarlo. A lo mejor es que ser huérfano hace que no exista. No sé. No me despido del día de hoy sin dejar para mi íntima posteridad una cita de Javier Cercas, “La novela necesita ser nueva para decir cosas nuevas; necesita cambiar para cambiarnos: para hacernos como nunca hemos sido”.

EL LIBRO DEL TIEMPO.                                
Peligroso. Me dispongo a  trabajar en el copiado de algunas fotografías. Suelo distribuir mis sesiones de laboratorio en bloques pero, al empezar con las que tenía previstas, mi estado de ánimo no conectaba. Enseguida busco otras más acordes con las que pasar la mañana de forma más equilibrada. Comienzo a trabajar y me dejo caer por la PELIGROSA pendiente de la tristeza en compañía de fotos como ésta. 

Nota: las fotografías de esta serie ( y los escritos que las acompañan están realizados en la mañana del  3 de noviembre de 2005. Es un tiempo acotado e impregnado de las sensaciones que describo.

…Cuando llegamos a este momento del año nos aplicamos un poco en encontrar escenarios propicios para la mirada y la vivencia que se acoplen con naturalidad a nuestra manera de estar contentos y, por supuesto, en hacer fotografías que sean representaciones palpables, y a ser posible palpitantes, de una manera de ver y percibir el hecho de estar vivos. Como, por ejemplo, la sospechosa y paradójica necesidad de fotografiar marcos que no contienen nada. De cualquier modo, esta fotografía es una acotación de la realidad que a mí nunca podría pasarme desapercibida…