El incomprensible placer de la vacía repetición…
…Encuentro DOS: «El pragmatismo siempre derrota a los principios; así son las cosas. El universo se mueve, el suelo cambia bajo nuestros pies, y los principios siempre están un paso por detrás. Los principios son el material de comedia. La comedia es lo que obtienes cuando los principios tropiezan con la realidad». J.M. Coetzee. Irrefrenable e innecesario comentario a propósito de la fotografía de hoy: estos tipos, tan curiosamente ataviados, parece que se han provisto de consoladoras creencias, pero no sé si estas han devenido en principios o no. Lo que sí sé es que aparecen inmersos en una solemne, insulsa y tristona comedia.
«UNOS » 4. Estos, de graciosos no tienen nada, al menos aparentemente; o quizá sí lo sean pero, al estar ensimismados en un ceremonial trascendente como la misa católica, que no provoca gestos ni sensaciones gozosas o sonrientes, y donde además no se baila, a pesar del disfraz, se muestran serios e imperturbables. Han llegado a una edad en la que sus semblantes denotan que nada es fortuito: sus expresiones son el resultado de una larga vida inmersos en estos trances espirituales. Parecen encarnar el ideal de la solidez más acendrada. Viéndoles siempre me he preguntado si serán capaces de reírse de sí mismos, aunque sea un poquito.
«El cambio fue trascendental, porque ahora la dignidad y el valor de una pintura pasaba a depender de la capacidad de reflexión y la sabiduría del pintor, el cual debía poseer no sólo conocimientos eruditos, sino imaginación creativa para sintetizar todos los géneros en una escena instantánea… La pintura, en su forma suprema, tiene una tarea intelectual que cumplir: la de moralizar al género humano. A la inversa, el pintor de naturalezas muertas puede ganarse la vida sabiendo representar tan sólo figuras estáticas mediante trucos de taller. Por lo tanto no es un profesional liberal, sino un obrero manual.» Félix de Azúa
Al templo, donde se celebra una misa solemne, entran los participantes con un saquito del color de su grupo. Se visten para la representación en algún lugar discreto. Después se incorporan, circunspectos, a la celebración previa a la representación.
…Hace años y en dos ocasiones, conseguí una acreditación de prensa para ir en la procesión y fotografiar desde dentro. Que inmenso error. Nunca he realizado peores fotografías del ceremonial del mismísimo cuerpo de cristo transustanciado recorriendo las calles de la ciudad. Últimamente, cuando asisto, fotografío como turista. Me coloco pacientemente en uno los flancos, en el único punto del recorrido que me permite fotografiar con el sol de espaldas e iluminando de frente a los procesionarios…
ESTUVE EN LA CIUDAD, EN LA MAGNA PROCESIÓN (…aunque sí pomposos, afectados e importantes…)…Sí, porque gracias a los cofrades de las distintas órdenes, coprotagonistas del desfile con sus ampulosos ropajes o túnicas y sus barrocas golillas o tocados que llevan respetuosamente en el regazo (hay una de nombre esotérico y asombroso: los cubicularios de San Ildefonso y San Atilano), la procesión se torna considerablemente más entretenida. A los cófrades, ricamente vestidos, se les podría encuadrar en el apartado de excelsos ciudadanos. Al parecer es muy difícil ganarte un sitio en una de esas cofradías y desfilar en la procesión, aunque eso no lo sé a ciencia cierta. Para mí, por ejemplo, sería imposible llegar socialmente tan lejos (menos mal que ni lo intento). Bien, el caso es que desfilan varias órdenes o cofradías (caballeros Mozárabes, de Illescas, de Malta, Santo Sepulcro, Investigadores y cosas así). Todos estos hombres serios, y a veces de gestualidad ostensiblemente antipática (no sonríen nunca), seguro que son buenos todo el año, no solo el día de la procesión. Confío…