El bunker supuraba agua y derrota por sus sombrias y absurdas paredes…
…En este breve viaje a Polonia, aunque creo que mi actuación ha estado por encima de otros, lamento comprobar que tuve tiempos muertos, sin reflejos. Momentos sin impulso, quizá porque el deseo estaba adormecido o perezoso. Por ejemplo: un parque umbroso de altos y centenarios árboles en los que había pequeños lagos que se comunicaban entre sí. Lo más increíble es que ese majestuoso jardín natural se encontraba en un pequeño pueblo perdido al sur de Varsovia. Ni siquiera saqué la «máquina» de captar realidades inauditas de mi maleta rodante. Lamentable. Puede no verse lo misterioso y, entonces, ese tesoro no era para ti, no pasa nada; pero sí pasa si lo percibes o intuyes, si sabes que en ese sitio hay «algo» que te está reservado y no haces absolutamente nada. Eso es, sencillamente, imperdonable y estúpido. Me ocurrió una mañana de desorientación en uno de los varios pueblos llamados Ujazd, y que era el erróneo, el que no buscábamos. Si llegamos hasta allí por un motivo equivocado era porque allí tenía que fotografiar, quiero pensar, y sin embargo no lo hice. No, no tengo fotografía del misterioso parque de Ujazd. Quizá eso nos propició llegar enseguida a otro lugar elegido: El «Bunker en Konewka», lugar inverosímil donde fotografié bajo un diluvio que se desató nada más llegar…
…En el paraje del Bunker para esconder un tren, en Konewka, la oscuridad húmeda y lóbrega se pegaba a la piel y al ánimo. Era un lugar tenebroso y absurdo. Unos paramilitares aficionados merodeaban por el lugar con motos antiguas de diseño militar que parecían las que utilizaba el ejército nazi. Lo cierto es que no me fijé bien porque esas gentes me desagradan profundamente, y no porque sea pacifista, que no, que no lo soy, porque la paz es imposible sin la guerra y si no solo hay que mirar ahora lo que hacen los islamistas, asesinos integristas, en nombre de una absurda ficción carente de todo sentido. Nada hay más dañino para la naturaleza humana que los exaltados creyentes en algo dispuestos a matar y a inmolarse por sus bestiales, inhumanos, asesinos, crueles y embrutecidos ideales. Pobres diablos a los que el único modo de contenerlos es por la fuerza de la guerra sin cuartel, total, hasta su neutralización. La humanidad no necesita esos peligrosos fanatismos. En Polonia es fácil entenderlo, solo hay que darse una vuelta por algunos sitios con los ojos abiertos y atentos…