"Se hizo de repente oscuro como si el mundo estuviera ofendido". Peter Handke
Necesito palabras de aliento.
Hace frío, tengo sueño, no tengo ganas
Sé quién soy y, a pesar de todo, debería levantarme.
Debería levantarme.
Qué fue lo último que dijo:
«Aunque haga frío, deberías levantarte».
El texto anterior, que me he encontrado en mi documento de notas sueltas (sin futuro conocido), no sé de quién es y mucho me temo que es mío, pero no estoy seguro. Otra nota suelta y esta sí que es mía, seguro. Diecisiete de diciembre (no sé de qué año): por la mañana temprano fui al consultorio médico. Los médicos, generalmente, tienen por costumbre hablar y no escuchar. Lo que me pasaba, al parecer, no era grave (qué sabría él), al menos eso me dijo mi médico de «cabecera» (curiosa acepción: llevo años considerándole así y visitándole de vez en cuando y ni siquiera me conoce).Después de la siempre frustrante visita, me investí de mi vocacional, aunque inconsciente, papel de «flâneur» y con mi indumentaria habitual (tan poco flâneur) me di una vuelta por el barrio: pequeño, feo, popular, triste, abúlico… Es un barrio de gentes pobres y mal vestidas; como yo. Sin ilusión; como yo. Por la calle me encontré a algunos conocidos de mi época joven e incluso infantil y todos han envejecido mal. Yo también. Pusimos especial cuidado en no saludarnos, ni siquiera mirarnos… Cansado de mi insustancial e inelegante barrio me fui a caminar un poco por el anodino y previsible camino del río…Algo va mal en mi vida, no sé exactamente el qué, pero algo va mal: o tal vez solo nada bien…
…Capítulo 3. Sonreí con placer y me dije que tenía que salir más de mi casa. Poco después, todo empezó a cambiar; a peor, claro, porque casi nada cambia a mejor. La chica decidió largarse a otro asiento libre (no es que me importara demasiado, pero miré de soslayo al asiento y me dije que prefería la proximidad de la belleza a la del vacío). La niebla se disipó y un sol molesto entró por la ventanilla y me golpeó en los ojos, el blues se acabó y el primer poema del libro no consiguió atraparme…
…Capítulo 2. Curiosa, y lógicamente, la chica que se había sentado a mi lado en el asiento que daba al pasillo en el otro tren, el que no iría a ninguna parte, estaba esperándome para que me sentara en el mío y así no molestarse en dejarme pasar. Además de atractiva era previsora. Nada más sentarnos, el tren se puso en marcha. Abrí mi libro, miré por la ventanilla y comprobé que la niebla empujaba, apelmazada e impaciente, contra el cristal. La niebla fuera, mi libro dispuesto a dejarse manipular, la temperatura perfecta, un blues en mi ipod, el tren en marcha y la chica guapa a mi lado…
La diferencia entre un iletrado común y yo, también iletrado, es que soy consciente de los inmensos territorios yermos que tendrían que estar cultivados, o al menos urbanizados, y eso me hace sufrir. Cuando era el momento, nadie me dijo desde una tarima la importancia que tenía el lenguaje, la literatura, el arte; tampoco me lo dijeron al oído, y eso fue todavía peor.