El maniquí de Burdeos salió al balcón…y los libros manuseados de Lisboa y Cuenca, siempre Cuenca…
…Las ciudades están creadas y habitadas por personas, y a mi me gusta que en mis fotografías haya personas (aunque no siempre). Las fotografías de paisajes urbanos con figuras humanas tienen una lógica indudable y hasta necesaria, pero al mismo tiempo contienen amenazas fatales: las personas, perfectamente reconocibles en su hábitat más habitual, pueden resultar terriblemente tópicas, luego fáciles y anodinas, y sabidas y previsibles. Pleonasmos visuales. Caminé por calles y calles acompañado de esas reflexiones y contradicciones. Lo cierto es que apenas tuve necesidad de resolverlas prácticamente porque en las calles no había nadie…
Y OTRO VIAJE MAS A LISBOA, HACE TAN SOLO UN MES:
(sábado por la mañana) Comenzamos caminando por la Baixa. Primer encuentro que me hace esbozar una sonrisa de satisfacción y me provoca ganas de fotografiar – Feira do livro manuseado – . Me gustó mucho un término tan físico y práctico para definir la venta de libros. Naturalmente, miramos y «manuseamos» algunos pero no compramos, aunque había algunas ediciones estimables pero en portugués.
…El diez (sigo en junio), hasta Guadalupe. No era mi propósito llegar tan lejos. Salí de mi casa con intención de ir un poco más allá de Bohonal de Ibor (160 Km). En esos parajes hay un pantano que sepultó un pequeño pueblo (Talaverilla) y también unas ruinas romanas. Asunto perfecto para mí: lo que fue y ya no es. Tenía noticias de que el agua permitía ver algunos restos que me interesaba mucho fotografiar. Pura prestidigitación. Hice una parada al lado de unos arcos romanos que habían colocado el borde de la carretera. No fotografié. A los cinco minutos de estar observando los exiguos y bellos restos, la Guardia Civil llegó y paró junto a mí coche, como siempre hacen cuando salgo de mi casa y voy en busca de la Nada. Alguien los debe avisar: «atención pepe fuentes ha salido a envejecer activamente- y nada, que vienen a verlo. Esta vez eran tres y se colocaron en una especie de triángulo equidistante de donde me encontraba (como si me rodearan), pero sólo me dieron los buenos días educadamente, yo también les contesté lo mismo a ellos. Seguí viaje sin preguntarles nada de lo mío, pero algún día lo haré, vaya que sí, porque me tienen intrigado…
PS: la fotografía es de Guadalupe, donde llegué después.