"Restaurar el silencio es la función de los objetos". Samuel Beckett
Uno de los días en Chicago: Gabriel y Jackie nos llevaron a una Feria de Arte callejera en el centro. Colocan puestos de venta portátiles y allí exhiben obras de artistas populares (lo digo por la sencillez de sus propuestas y el precio asequible). Predomina la fotografía (aunque también hay pintura, escultura y otras habilidades), generalmente en copias de soporte digital, con tiradas que a veces superan los cien ejemplares y que venden entre 100 y 300 $. Son muy pulcras, todas ellas realizadas con iluminaciones increíbles en lugares lejanos y exóticos: oriente, desiertos, amaneceres y atardeceres inverosímiles, en fin, cosas que siempre gustan a la mayoría. No tengo nada que objetar: alguien hace algo con pulcritud y buenas intenciones, a muchas personas les gusta y lo compran. Perfecto. Este coche antiguo nada tiene que ver con lo que acabo de contar, salvo que estaba en otra fiesta popular, en otro barrio, también en Chicago. Ah, y que además me gustó mucho.
…Inicié el viaje de vuelta, con la decepción sentada a mi lado: no paraba de hablar y meterse conmigo. No le hacía mucho caso. Este surrealista y quijotesco paisaje siempre ofrece sorpresas, sólo hay que avanzar con atención para no dejarlas atrás. Como no llevé conmigo la inspiración, volví con la decepción en el asiento de al lado. No paraba de fastidiarme, pero en un gesto de conmiseración me señaló esta fotografía que esperaba en la cuneta de la carretera. Me dijo: -como no has fotografiado al estilo pictórico de Edward Hopper, ni aviones en el aeropuerto, ni has tenido paciencia para esperar al que llegaría de Palma de Mallorca con espectrales y desorientados pasajeros, ni a la pareja de visitantes, ni a los espíritus del edificio solitario, ni a casi nada de lo que has tenido delante de indudable interés y que se te ha ofrecido, merluzo, por lo menos llévate una fotografía de algo que vuele o haya volado-. Hice caso a la decepción: frené y paré el coche bruscamente. Hice esta fotografía y alguna más, como me había indicado la enojosa decepción. Nunca se sabe dónde anida el azar y la fortuna…
«Había pensado que la delicadeza de su toque la conduciría a la sublime y austera región habitada en otro tiempo por Morandi. Quería pintar cuadros que evocaran la callada maravilla de la objetualidad pura, el éter sagrado que
respira en los espacios entre las cosas, expresar la existencia humana en una plasmación minuciosa de todo lo que está por ahí, más allá de nosotros, a nuestro alrededor, igual que el invisible cementerio se encuentra justo delante de ella, aunque no pueda verlo….»
A VUELTAS CON Alberto García Alix (otra vez) II. “No sé lo que busco. Sé cuál es el proceso de búsqueda. Lo que busco ya aparecerá. Hasta que no me pongo la cámara en el ojo no veo. Cuando miro a través de la cámara se produce una fragmentación del espacio, y es en ese espacio limitado en el que tengo que buscar y encontrar. Y ver que no me repito”. Alberto García Alix. Sigo en plena sintonía con este planteamiento en cuanto al momento de la toma, salvo en algunas fotografías que planifico de antemano (supongo que a él le pasa lo mismo porque, aunque menos que yo, también planifica algo, como en una de las fotografías que ilustra la entrevista y que es su aportación para una muestra de fotógrafos en el Museo Del Prado y que me parece inusualmente fallida, por impostada). -En cuanto a la mirada fotográfica, ésta se intensifica si llevas la cámara contigo. Mi manera de hacer es exactamente igual (supongo que a todo el mundo le pasa lo mismo, hasta a los incansables y banales tomadores de fotos con móvil). Luego está la sensibilidad hacia el misterio y la sugestión, la capacidad para depurar y limpiar la mirada, el oficio y, sobre todo, el talento, claro. Este hombre tiene bastante, por eso ha llegado tan lejos. En cuanto a la repetición, ¡¡¡ah la repetición!!!, peligrosa y difícil de soslayar. Yo no lo consigo. –En algún aspecto debe radicar la diferencia entre la singularidad talentosa y la voluntariosa normalidad-. En mi caso, la activación mediante la acción es más patente en el hecho de escribir: soy incapaz de articular una sola frase si no estoy frente al teclado y la pantalla. En el asunto de la escritura tampoco soy capaz de evitar la repetición. – En algún aspecto debe radicar la diferencia entre la singularidad talentosa y la voluntariosa normalidad – (autocita de un poco más arriba, es decir, repetición una vez más).
PS: Ah, se me olvidaba, lo que más me atrae de la personalidad de García es su vertiente motera porque, aunque yo nunca he montado en moto, si tuviera otra oportunidad, una vuelta atrás en el tiempo, querría parecerme a Marlon Brando y tener una Harley Davidson y formar parte de una pandilla de intrépidos moteros. Eso es arte en estado puro: cortando el viento y los anchurosos horizontes. Desde luego que sí.
DESPUÉS DE CAMINAR DURANTE CERCA DE UNA HORA, sin nada en que pensar, me encontré con esta bicicleta abandonada. De niño pasé mucho tiempo deseando tener una bicicleta. Mis padres no podían comprármela así que tuve que esperar impacientemente a que me regalaran una vieja y desechada por otros niños que no fueran tan pobres como yo. Después de mucho esperar llegó una, pero no era de niño, sino de niña; la diferencia estaba en que no tenía barra horizontal del manillar al sillín, sino que había un hueco para que las niñas pudieran montar con falda. Era parecida a ésta, pero antigua. Me sentí terriblemente decepcionado y me avergonzaba de mi vieja bicicleta regalada. Los niños del barrio me señalaban y se reían de mí, incluso alguna vez me tiraron piedras por culpa de la equivocada bicicleta de niña. Eran tiempos en los que no se admitía ningún tipo de ambigüedades; ni siquiera con las bicicletas.